De ELUNIVERSO

El día 5 de agosto publicamos en nuestra página 8 la acostumbrada caricatura de Bonil, en la que el autor en uso de su libertad de expresión planteó su opinión de que hay personas en la Asamblea Nacional que no están preparadas para desempeñar esa función con eficacia y recibir un salario por ello.

Lamentablemente, no ha sido esa la lectura de todos, por lo que nos sentimos obligados a aclarar que EL UNIVERSO no tuvo intención de ofender a persona alguna y que reconoce el valor humano y deportivo de Agustín Delgado, a quien el país le debe el primer gol ecuatoriano en un campeonato mundial y otras alegrías que este Diario reconoció, cuando en el año 2001 fue premiado junto con sus compañeros de la Selección en nuestra tradicional Cena de Campeones. Asimismo respetamos su labor social en la Fundación que lleva su nombre. Le ofrecemos disculpas y le expresamos que como siempre será bienvenido a este Diario

De Bonil
Quienquiera podrá notar que la gran mayoría de mis caricaturas periodísticas dirigen la mirada al mundo político y a quienes ejercen el poder público-estatal. Puede ser limitante, pero así concibo este oficio.

El asambleísta Agustín Delgado, a quien todos cariñosamente conocemos como el Tin, tiene muchos méritos personales como futbolista y como benefactor, según se sabe, de la gente de su pueblo. Pienso que el Tin es una gran persona, pero lamentablemente, al hacer mi caricatura, he tenido que vencer mis simpatías personales para poder criticar, reír o señalar caricaturalmente algo que considero equivocado. Por eso me apena y me preocupa mucho que se hayan producido interpretaciones equivocadas que no se compaginan con mi intencionalidad.

El propósito de la publicación fue llamar la atención de quienes, reconociendo lo penoso de su actuación al decir “pobre Tin”, olvidaban que se trataba de uno más de los asambleístas a quienes, con nuestros impuestos, pagamos sus sueldos. Si por interpretaciones equivocadas o personalistas hay personas que se han sentido heridas, yo lo lamento; pero me gustaría invitarles a que entendieran que la caricatura no es un arma personal contra nadie, sino la puesta en escena de un hecho o una acción que como ciudadano considero cuestionable. En virtud de eso, desde aquí, extiendo mi mano caballerosamente al Tin, pero mantengo mi cuestionamiento al asambleísta.