La reflexión es: si poner mujeres desnudas en la portada es la clave del éxito, entonces ¿por qué no todos lo hacen? La respuesta podría ser: por un elemental sentido de responsabilidad.

La “fórmula del éxito” de los diarios sensacionalistas finalmente ha sido puesta al debate público en el ámbito discursivo mediático de nuestro país, y esta decisión debería asumirse como un acierto interesante con el objetivo final de “elevar la vara”. La discusión va desde la utilización comercial de la imagen del cuerpo femenino, hasta la discriminación de grupos minoritarios a través de la reconfirmación de prejuicios por parte de personajes estereotipados, en la televisión. (Ahora que lo releo, parece que estamos hablando de otro país, de otra realidad; pero no, se trata de este Ecuador que experimenta, también, una serie de transformaciones en el ámbito de la educación pública).

En el primer caso, el tema es incuestionable. Y lo sostenemos desde esta ciudad donde organismos no gubernamentales y ciudadanos han montado un Observatorio Ciudadano de la Comunicación de Cuenca, con la dedicación específica del combate al sexismo manifiesto en la publicidad de los medios escritos y audiovisuales, y que además premia a las agencias que evitan la “cosificación” de la mujer con la intención de promocionar un producto o vender un servicio. En definitiva, promueven la creatividad.

Gracias a esta lupa reconocida por el sector público, esta utilización grosera del cuerpo de la mujer se está superando paulatinamente en el ámbito de lo local, pero la influencia de espacios nacionales en medios masivos no permite que el avance sea como lo espera el Observatorio. Al menos hasta ahora, que se abre otro frente.

En el caso del “humor” degradante en programas cómicos como Vivos, la Pareja Feliz o Mi Recinto, esta discusión ya andaba bastante retrasada. Libertad de expresión no es libertad de hacer, sin responsabilidad. Ni para ello justificarse en la “libertad del zapping”, es decir en aquello de que “cada uno mira lo que quiere”.

El Observatorio Ciudadano de la Comunicación de Cuenca, que ha decidido sumarse al planteamiento de “un protocolo de políticas y procedimientos para el tratamiento adecuado de los temas étnicos, sexuales y de las poblaciones sexo-genéricamente diferentes, a los distintos programas o medios de comunicación”, profundizó un estudio que detallaremos más adelante, para así hundir un poco más el dedo en la llaga abierta recientemente.

La investigación, denominada Estudio Técnico de Programas de Entretenimiento, profundiza el análisis sobre “cómo los programas cómicos hoy vigentes son parte de la influencia de actos de estigma y discriminación a la mujer, afroecuatorianos, indígenas, montubios, GLBTI, etcétera”. Programas en los que se “manejan diálogos, parodias y otras formas de materializar el estigma y discriminación”.

Los resultados del análisis, que llegan muy oportunos al presente escenario nacional, concluyen, entre otras cosas, que la representación de la mujer en dichos espacios está vinculada con la sumisión, la seducción, el chisme o la vanidad; que los afroecuatorianos e indígenas son representados con estereotipos racistas; que los hombres tiene conductas patriarcales, dominantes…

El informe se extiende a los programas de farándula en general. Casi a la televisión en su conjunto.

La vara empieza a elevarse. Ojalá, sensatamente, nos pongamos a la altura.