Con 25 años, Fanny Carchi esperó cinco años para ingresar al sistema público de educación superior desde que el 2009 es bachiller. Finalmente entró al Instituto Tecnológico Superior Guayaquil en el que estudia desde 2014 en la carrera de tecnología en mercadotecnia, pero le preocupa que su título no sea valorado en el mercado laboral. “Mi meta era la universidad pero me salió en el tecnológico. Igual no me quejo de la enseñanza y el horario es flexible, ya que salgo del trabajo a las seis (de la tarde) y me da tiempo de llegar, puesto que las clases empiezan a las 19:00”, indica.

En caso de que ella se retire, debe esperar un año para volver a postularse e ingresar nuevamente al sistema público de educación superior. Es lo que le ocurrió a Angélica Mendoza, quien también tras dos intentos de postulación, recién obtuvo un cupo en el ciclo anterior en un instituto tecnológico de la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas. El problema es que cuando fue a matricularse ya habían iniciado las clases hace tres semanas, por lo que desistió. En su caso, la sanción por aceptar el cupo y no usarlo es de un año. “Estaba dispuesta a ir al instituto, sí quiero estudiar, pero buscaré un trabajo y lo intentaré cuando pueda”, asegura.

Al tiempo que deben esperar por aceptar un cupo y no usarlo se junta la idiosincrasia de algunos de los estudiantes que da poco valor a los títulos técnicos y tecnológicos. Algunos de ellos afirman que optaron por la universidad, pero terminaron matriculándose en la educación superior técnica como Josué Triviño y Nixon Cedeño, matriculados en un instituto superior tecnológico de Guayaquil. “Al momento de coger un trabajo ven el título y si es de una universidad hay más opciones, pero con un tecnólogo es más limitado”, dice Cedeño.

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La Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) informa vía e-mail que los institutos técnicos y tecnológicos reportan, hasta el 28 de julio pasado, una oferta académica de 15.674 cupos disponibles para el segundo periodo del 2017. Y que hasta el 2016, el número de estudiantes matriculados en los institutos públicos era de 41.850.

La entidad señala que “si una persona postuló a una carrera en un instituto público, y el sistema le asigna un cupo..., y el estudiante rechaza el cupo, no existe ninguna sanción”. Sin embargo, añade la entidad, “si el estudiante acepta y no utiliza el cupo asignado o se retira de la institución de educación superior, no podrá inscribirse en el siguiente proceso de admisión, tal como lo establece la normativa actual”.

Milton Maridueña, rector del Instituto Tecnológico Superior Vicente Rocafuerte de Guayaquil, dice que se debate con las autoridades del Senescyt las reformas que deben aprobarse. “Se ha analizado que la formación superior de técnicos y de tecnólogos debe ser de tercer nivel para que puedan acceder a maestrías”, afirma.

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Ruth Rivera, rectora del Instituto Tecnológico Superior Simón Bolívar, dice que uno de los problemas de no completar los cupos ofertados es que quienes optan por esta educación en su mayoría trabajan, por lo que piden asistir en la sección nocturna y no hay capacidad para albergarlos a todos.

Por ejemplo, tras el primer ciclo de admisiones correspondiente al primer semestre de este año, de 460 cupos que ofertó este instituto, se matricularon 372, un 81 %.

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Población universitaria
Las universidades públicas reportan 331.822 estudiantes matriculados en todos los semestres hasta el 2016.

Mecanismo
La Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) ejerce la rectoría de la política pública de educación superior. Pero las universidades, escuelas politécnicas e institutos son los que ponen a disposición los cupos, según su capacidad instalada.

60 mil cupos ofertó la educación superior pública en el ciclo anterior. Pero unos 150 mil hicieron el examen Ser Bachiller. (I)