Cinco papeletas recibirán los electores el próximo 19 de febrero. Son para elegir presidente y vicepresidente de la República, asambleístas nacionales, legisladores provinciales, parlamentarios andinos y la quinta corresponde a la consulta sobre los paraísos fiscales.

Quienes acudan a las urnas podrán optar también por el voto blanco o nulo. Milton Paredes, coordinador de procesos de participación política del Consejo Nacional Electoral (CNE), afirma que estos no entran dentro de lo que se conoce como votos válidos, es decir, no se contabilizan al momento de calcular, por ejemplo, los porcentajes para escoger presidente. “Una cosa son los votos válidamente emitidos y otra cosa son los votos válidos. Los que se utilizan para los cálculos son los votos válidos, no se utilizan ni los blancos, ni los nulos”.

El mismo presidente del CNE, Juan Pablo Pozo, afirmó el 29 de enero en su cuenta de Twitter que los votos válidos son los que se expresan por un candidato, lista u opción. Los blancos y nulos no son votos válidos.

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Germán Rojas, experto en matemática electoral, plantea una hipótesis al respecto. En caso de que el 20% de los votantes anule o deje en blanco, un binomio presidencial puede ser escogido en primera vuelta si alcanza el 32% de los votos totales (incluyendo los nulos y blancos) y quien le sigue tiene menos del 24%: “Ni siquiera la tercera parte de los electores ya elegiría a un presidente. Esto porque en vez de que la mayoría absoluta sea en función del total de votos, se la calcula del total de lo que se conoce como votos válidos”.

Así, dice Rojas, el 32% de los votos totales equivale al 40% de los válidos (una de las condiciones para que un binomio gane en primera vuelta). Y la diferencia de diez puntos respecto del segundo (la otra condición para ganar en primera vuelta) baja a ocho puntos si se calcula en función del total de los votos, agrega Rojas.

De ahí la explicación de que votar nulo o blanco implica un apoyo inconsciente al binomio que quede en primer lugar. Ruth Hidalgo, directora ejecutiva de la ONG Participación Ciudadana, asegura que votar nulo o blanco es una opción, pero agrega que lo mejor es rayar por uno de los candidatos debido a las reglas establecidas. “Nosotros pensamos que votar nulo significa, generalmente, estar en contra del sistema electoral vigente o que no le gusta ningún candidato. No necesariamente implica apoyar al que está primero”, dice.

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En el caso de la Asamblea Nacional, Rojas considera que hay dos medidas establecidas que marcan la forma como esta se conformará: los métodos determinados para hacer la distribución de escaños y la división de las tres provincias con más electores del país en circunscripciones electorales.

El 89% de las curules, es decir, 122 de los 137 puestos, se escoge mediante el método D’Hondt que se aplica para designar a los asambleístas provinciales desde el 2012. Rojas indica que se trata de un mecanismo que favorece a los partidos y movimientos más grandes: “Supongamos que un partido tiene un puesto, para obtener un siguiente necesita tener el doble de votos de lo que requería para el primero”.

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En cambio, con el método Webster –mecanismo que se aplica para escoger a los quince asambleístas nacionales– el partido o movimiento necesitaría tener el triple para obtener otro puesto, afirma Rojas: “Si usted aplica el método D’Hondt en provincias que escogen 2, 3, 4 y hasta 5 asambleístas, este mecanismo favorece de manera abrumadora al partido que está primero. Un ejemplo es Azuay, que con el 56% de los votos que alcanzó AP (Alianza PAIS) en esa provincia, ese movimiento (oficialista) obtuvo los cinco escaños en las anteriores elecciones legislativas”.

Paredes afirma que no es una decisión del CNE aplicar estos métodos, ya que están establecidos en el denominado Código de la Democracia, luego de la reforma aprobada en 2012 por una mayoría oficialista. El funcionario dice que el art. 116 de la Carta Magna indica que “para las elecciones pluripersonales, la ley establecerá un sistema electoral conforme a los principios de proporcionalidad”. Y que ambos métodos son considerados así, según Paredes.

Votar entre listas o en plancha son otras de las opciones. Aunque Hidalgo y Rojas recomiendan que, dadas las reglas, sería mejor la segunda. “El voto entre listas es en realidad lo que se llama fracciones de votos, pedacitos de votos... Al momento de contar lo que hacen es contar el número de fracciones sin tener en cuenta su tamaño... De esa manera lo que hacen es que cuando usted vota por dos (candidatos de una lista), le hacen valer lo mismo de la mitad del que votó en plancha por los 4 (de una lista). Eso hace que la votación entre listas sea subvalorada”, dice Rojas. (I)

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