Desde hace cinco años cuando se juraron amor eterno, contrayendo matrimonio, renunciaron a sus trabajos y con un préstamo de dos mil dólares se aventuraron a dejar sus oficios y ser independientes.

Ella, Jazmina Mora, de 30 años, era asistente contable por la mañana y tarde, mientras que su esposo, Miguel Ortiz, de 34, se desempeñaba como guardia de seguridad en las madrugadas. Como apenas se veían dos horas al día, con el paso de los meses tomaron esa decisión.

Ambos dicen que han sabido sobrellevar los inconvenientes desde que en Colón y Leonidas Plaza, centro de Guayaquil, abrieron un fogón de chuzos. Allí, por tres meses se “comieron las verdes”: cocinaban desde las seis de la mañana y vendían hasta la madrugaba. Varias veces se quedaban sin vender toda la comida preparada.

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Aseguran que en estos meses, por la situación económica del país, debieron disminuir los precios en la mayoría de su veintena de platillos, para mantener a sus clientes. La costilla, por ejemplo, paso de $ 7 a $ 5 y la chuleta, su plato estrella, que valía $ 6,50 se vende en $ 5. También debieron despedir a unos de sus ‘amigos’, como les dicen a sus colaboradores.

“No podemos bajar más (los precios) porque la calidad de los productos la mantenemos”, asegura Miguel, al recordar que cuando iniciaron en el emprendimiento “fue muy difícil”.

La conquista de comensales los movió a buscar un local amplio, en el suburbio, donde se bautizaron como El Chuletón, en la calle Portete, entre la 11 y la 12, suroeste de la urbe.

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Hace cinco años desconocían sobre cocina y fueron encontrando su sazón por programas de TV de chefs y libros de cocina, confiesan. “Si al joven se lo incentivara más en este tipo de proyecto, como sociedad seriamos distintos”, recalca el hombre que sueña con tener cuatro hijos con Jazmina.

Para diferenciarse probaron platos de chuleta y costillas que se preparan al carbón y van acompañados con moros y menestra. Sin embargo, el toque está en revestirlos de salsa barbecue (BBQ) y chimichurri, y, la clave, el aliño hecho con pimiento, cebolla, tomate, ajo y más ingredientes que son secretos, coinciden.

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“Todo es fresco, nada guardado, buscamos hacerlo lo más natural”, dice Jazmina, quien considera que los réditos de su esfuerzo se ven reflejados en la aceptación que mantienen de unos 250 comensales al día.

Él, amante del fútbol y barcelonista declarado, mantiene su local decorado con cuadros de los campeonatos de Barcelona y Emelec. También hay otros de series de televisión, como El Chavo del Ocho y Los Tres Chiflados. “Buscamos innovar en el sentido de infraestructura, porque en lo que es sazón siempre vamos a ser esta marca distintiva”, dice Milton.

Ambos se organizan con sus ‘amigos’ en el local. Milton gusta de ayudar en la parrilla, en la que se cocinan las chuletas y costillas, y Jazmina dirige la atención en la caja y la cocina.

De martes a domingo ofrecen también longaniza, seco de pollo y de chivo, parrillada y otros platos, que van desde $ 3 hasta $ 14. (I)

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