Ecuador ocupó el puesto 40 entre 80 países en el índice de calidad de muerte que elaboró la consultora británica The Economist Intelligence Unit. Este estudio presentado en octubre pasado –en el que por primera vez se incluye al país– analizó las condiciones para morir en las categorías de calidad y accesibilidad a la medicina paliativa, entorno, recursos humanos y participación.

De los quince países latinoamericanos evaluados, el país ocupó el puesto séptimo después de Chile, Costa Rica, Panamá, Argentina, Cuba y Uruguay. Para María Cristina Cervantes, jefa de Cuidados Paliativos del hospital de Solca en Quito, el país logró ese puesto porque cuenta con la normativa que busca garantizar una calidad de muerte. Se refiere al Plan Nacional de Cuidados Paliativos 2015-2017, en vigencia desde febrero de 2015, pero en la práctica, según la especialista, hay obstáculos para el cumplimiento de esa regulación.

El problema es la dificultad de acceder a medicamentos opioides –que son realizados a base de morfina– en sus distintas presentaciones. Por ejemplo, el hospital de Solca Quito solo tiene morfina en ampollas. Cervantes afirma que por cuestión de procesos de importación, esa casa de salud no ha traído en el resto de presentaciones.

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El cuadro básico de medicamentos contempla el sulfato de morfina en cápsulas y el jarabe de morfina. “El manejo del dolor es complejo. No disponemos del fentanilo en parches y otro tipo de opioides como la metadona, que se usa para el dolor neuropático”, dice Cervantes.

El Plan Nacional de Cuidados Paliativos indica que en Ecuador el uso total de opioides (expresado en miligramos equivalentes de morfina por habitante) es de 1,5 mg/habitante, mientras que la media de Latinoamérica es de 4,80 mg/habitante: “No se cuenta con información acerca del dolor, no conocemos cuántas personas presentan dolor moderado a severo que requieran uso de opioides”, refiere.

El documento establece además que el país tiene morfina en ampollas, pero “no se dispone de morfina por vía oral de acción rápida y prolongada, estas presentaciones deberían estar disponibles, ya que la vía oral proporciona un alivio efectivo del dolor en la mayoría de los casos, son fáciles de administrar, mejora la adherencia al tratamiento y es un valor agregado para la atención del paciente pediátrico”.

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La morfina vía ampolla requiere de inyecciones cada cuatro horas, lo que complica los tratamientos ya que se necesita de entrenamiento de los pacientes o de sus cuidadores.

El hospital de Solca en Guayaquil sí dispone de morfina en jarabe porque realiza importaciones directas, dice Nancy Lino, jefa de Cuidados Paliativos de este centro de salud, y afirma que esta forma de adquirirlas aumenta el costo pues el país no las trae en conjunto. (I)