A la mitad del que sería su último período en la Alcaldía de la ciudad más poblada del país, Jaime Nebot celebra las fiestas patronales con firmas de contratos para obras como el sistema de transporte aerovía o el alcantarillado para sectores que aún no cuentan con el servicio. En una entrevista con este Diario analiza el modelo de desarrollo de la urbe en una era en la que las agendas de las ciudades se enmarcan en el concepto de desarrollo sostenible.

24 años después de iniciada la administración socialcristiana, ¿podemos decir que Guayaquil ya debe estar en una etapa posregeneración?
Sí. Yo creo que el desenvolvimiento de las ciudades es como el desenvolvimiento del ser humano. Al fin y al cabo, las ciudades son, como los países, lo que sus ciudadanos desean que sea. ¿Quién pensaba en la internet como una necesidad hace diez, quince, veinte años? Hoy día usted va a cualquier rincón de Guayaquil y la gente dice internet gratuita y sin cable. Eso es parte de la evolución, por eso nosotros estamos completando en septiembre de este año los 3.000 primeros puntos de wifi y en septiembre del año (2018) los 6.000 puntos de wifi sin límite de usuarios; con límite de tiempo primero será 30 minutos diarios, después será 45 y nos vamos a reservar 15 minutos para integrar a la ciudad con servicios, con comunicación... con 2.500 puntos que ya tenemos al momento un millón de personas con acceso a internet gratuito. Entonces, la ciudad tiene que caminar hacia ser una ciudad inteligente, superar el tema servicio. El servicio se llama así porque es una necesidad sentida, pero nadie le ha dicho a usted “qué lindo tubo de agua”, “qué lindo tubo de alcantarillado”, “qué linda calzada con asfalto negro”. La gente desesperadamente quiere eso cuando no lo quiere; esa no es su aspiración de vida, es su aspiración para vivir con dignidad.

En el tema de las ciudades inteligentes, sobre Guayaquil y en la parte ambiental, especialistas han sostenido que el transporte fluvial sería una alternativa para descongestionar las calles...
El transporte fluvial no es una alternativa de fondo masiva para descongestionar las calles. Le voy a poner varios ejemplos: ¿Quién va a tomar de Durán un transporte en la orilla de Durán para bajarse en la otra orilla del río en Guayaquil? Tiene que tomar un transporte para llegar a la orilla, un transporte fluvial para llegar a la orilla dos, y luego un transporte ya no fluvial para ir a otra parte. El tránsito entre Guayaquil y Durán no es turístico, es de trabajo y vivienda, la gente quiere rapidez y el transporte en el río no es rápido. ¿No ve que es una marea muy pronunciada y con corrientes muy pronunciadas? Segundo, la cantidad de lanchas que se necesitarían por la lentitud para traficar con eficacia en hora pico a la gente es enorme. En cambio, la Metrovía es muy rápida, la aerovía es muy rápida. Luego, el transporte acuático es normalmente el más barato en el mundo, más allá de que es lento, pero aquí ni siquiera es el más barato porque, como la tarifa del transporte terrestre se ha congelado durante 14 años y no se puede subir, hemos tenido que hacer sondeos a la gente para ver qué quiere, qué no quiere. La gente está dispuesta a pagar 5 centavos más, pasar de 25 a 30 siempre y cuando se hagan grandes mejoras en los buses y se adopte un sistema distinto en el bus convencional. Pero con esa tarifa usted no amortiza ni una lancha vieja, entonces, sí hay que desarrollar el transporte pero con otra visión.

Publicidad

En este tránsito hacia ciudades sostenibles, la parte ambiental es fundamental, pues las ciudades son fuente del 70% de los gases de efecto invernadero. ¿No requiere el sector transporte –que es el mayor contribuyente de la huella de carbono de la ciudad– y el modelo de movilidad entrar en un proceso de regeneración?
Estamos entrando, pero hay que ir entendiendo los problemas. Por ejemplo, la aerovía no tiene ese problema de ninguna manera. Los buses de la Metrovía no son generadores de contaminación, el combustible que se usa y que no lo producimos nosotros, aunque ha mejorado, es un factor de contaminación. Y los buses convencionales son un factor de contaminación, por eso hay que irlos transformando y sacarlos de circulación, los buses que ya cumplieron su vida útil y que aquí han hecho fiesta. Esos son buses que los han echado de otras partes y vinieron aquí, pero ahora con nosotros y eso es parte del programa inmediato, esos buses ya no pueden trabajar aquí y los otros hay que irlos convirtiendo. Pero todo ese problema usted tiene también que relacionarlo con la rentabilidad de las actividades porque por un lado usted tiene que cuidarle el bolsillo al pueblo, pero también hay que cuidar la rentabilidad de las actividades porque si las actividades quiebran, las actividades no pueden mejorar.

La cantidad y calidad de las áreas verdes es un tema que incide en el modelo de desarrollo sostenible de las ciudades. Guayaquil en muchas zonas ha reemplazado sus grandes árboles por palmeras o, simplemente, por cemento. Si bien se ha argumentado desde el Municipio el daño que provocan los grandes árboles a la infraestructura pública, ¿no?... (interrumpe)
EL UNIVERSO en su jardín tiene bastantes palmeras, no las puse yo, las pusieron ustedes. Y quién les ha dicho a ustedes que la palmera no es una planta endémica de Guayaquil. ¿Ustedes han visto las caracterizaciones de Guayaquil de 1700 y pico, de 1800 y pico, aquí hay todos los árboles mijita, pero déjeme decirle lo siguiente: Cuando nosotros llegamos a la Alcaldía había 0,5 metros, medio metro de áreas verdes por habitante, hoy día estamos llegando a 9, de lo hecho por nosotros, a 9 que es la meta del milenio. Y aparte de eso, si usted considera humedales, parques protegidos –donde nosotros hemos intervenido, porque hay que intervenir en los manglares curando el manglar, resembrando el manglar–, Guayaquil tiene cerca de 25 metros cuadrados de áreas verdes por habitante. Y, por supuesto, hay que seguir creciendo, porque mientras más áreas verdes tiene una ciudad, muchísimo mejor. Cuando en el año 2024 se vaya el aeropuerto de donde está ahora a Daular, en toda esa zona del aeropuerto va a haber una nueva Guayaquil, un nuevo concepto de ciudad parecido a lo que pasó, por ejemplo, en Panamá, con Costa del Este, parecido al concepto con que se ha desarrollado en Samborondón, Plaza Lagos. Ese tipo de concepto: oficinas, vivienda, obviamente no industrias. Ahí estamos planteando que el aprovechamiento sea el 60% la parte vendible, utilizable, comercial, de vivienda, etcétera, y 40% son calles, que serán muy pocas, las necesarias, y el resto será área verde y área azul: parques y lagos que se empatan con el río Guayas con la sola interrupción de la Benjamín Rosales. Pero al otro lado de la Benjamín Rosales no hay ni va a haber ninguna construcción que quite la vista y al revés será todo eso un área verde. Hay que seguir construyendo, siempre hay que saber de dónde se viene. Es muy fácil decir falta el 3% de algo ¿y cuando faltaba el 80%?

Pero para la construcción del nuevo aeropuerto de Daular se atravesaría uno de los remanentes de bosque seco de la ciudad. ¿Se considera el impacto ambiental?
Por supuesto, no se podría hacer si no se considera. Toda obra tiene un impacto, lo que hay que hacer es mitigarlo.

Publicidad

Guayaquil es una de las ciudades más vulnerables al cambio climático por su condición geográfica, hay estudios que lo advierten y el Municipio mismo ya ha identificado a las inundaciones y deslizamientos como las principales amenazas...
Toda ciudad que está al nivel del mar, Guayaquil realmente está a cuatro o cinco metros del nivel del mar, en teoría tiene ese riesgo. El cambio climático existe evidentemente, ahora, la velocidad del cambio climático y sus efectos depende mucho de dos cosas: de la veracidad de los estudios, porque hay gente simplista que dice que no va a pasar nada y hay gente tremendista que asegura cosas que también son estimadas fuera de foco. El otro tema es que el mundo tiene que tomar conciencia de que tiene que autoproteger el ambiente, el mundo, pero dentro de eso hay varias cosas. Por ejemplo, en algún momento se discutió el tema del drenaje de Guayaquil y ¿por qué hay sitios, muy pocos, pero hay en Guayaquil, que cuando tenemos mareas anormales se inundan sin lluvia? Si fuera problema de drenaje, cuando llueve no saldría el agua y el agua sale, pero en cambio cuando no llueve, no debería haber esa inundación parcial. El problema es el dragado del río Guayas, del Daule, del Babahoyo, del Yaguachi, de la cuenca del Guayas. No es un problema de Guayaquil, este es un problema gravísimo, un problema que puede afectar a Guayaquil, a 27 ciudades más, a varias provincias, al urbano y al agro; porque tan grave como que se inunden las ciudades es que pierdan las cosechas y se muera el ganado.

Supuestamente, en mayo dijo el señor prefecto que se iba a contratar e iniciar el dragado, sé que se ha caído el concurso, esas cosas pasan, yo no digo que no, pero es importante que se tenga conciencia de que estamos llegando a la línea roja de peligro en este tema. Los ríos no se dragan desde que en 1968, vamos a cumplir 50 años, el Consejo de vialidad fue trasladado a la Prefectura del Guayas, desde ahí no se dragan los ríos y eso es un absurdo, eso no puede ser, eso es cada día más grave. No es lo mismo no dragarlos cinco años o diez años, que no dragarlos 40 o 50 años.

Publicidad

Ahora, qué estamos haciendo, porque no podemos depender de otras personas. Hemos importado 19 válvulas que estamos colocando en esos lugares conflictivos y vamos a traer más, pero eso tiene que ser complementado con la solución de fondo y la solución de fondo es el dragado de los ríos de la cuenca del Guayas y el manejo hidrográfico, no solamente dragar, es manejar el agua y manejarla con justicia y con técnica.

Guayaquil firmó el Pacto de los Alcaldes en París, donde se suscribió el compromiso de reducir en al menos un 40% las emisiones de CO2. ¿Cómo alcanzar esa meta, más allá de lo que mencionó del sector transporte?
Trabajando en esa dirección, así que todo es cuestión de tener metas y luego metodología para lograrlas, y dinero para lograrlas, porque aquí hay una crisis muy grave en el Ecuador de hoy día. No creo que ni se discuta ni vamos a entrar a analizarla porque no estamos en una entrevista política ni económica, pero yo le voy a decir lo siguiente: Compare lo que pasa pues en el resto del país y lo que pasa en Guayaquil. Aquí no hay ni un contratista impago, ni uno, aquí no hay ni una obra parada, aquí no hay ni un programa interrumpido de todos los que hemos mantenido durante años, aquí no hay un compromiso por grande, costoso que sea, que no esté en marcha. ¿Por qué? Porque se ha administrado bien la ciudad, porque sabemos que en épocas de vacas gordas hay que ahorrar para manejarse en épocas de vacas flacas, porque tenemos muy pocos empleados, porque sabemos que al que hay que servir no es al partidario ni al conmilitón, ni al pariente sino al que está afuera, con la obra pública y con servicio. Porque nos hemos endeudado poco, por eso tenemos crédito internacional y crédito a largo plazo y barato; entonces también el dinero y la administración cuentan para estas cosas, porque si usted no tiene dinero para hacer alcantarillado, agua potable, el cuidado del medio ambiente, todo lo que hemos hablado aquí, se quedará pues en el mejor de los casos con buenas intenciones y un buen diagnóstico... Si usted se queda en el diagnóstico, usted es un magnífico candidato a cadáver si la enfermedad es grave. (I)