A más de estar frente a una zona de subducción, las geografías de Esmeraldas y Manabí se encuentran asentadas sobre fallas geológicas. El terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter, que sacudió con fuerza esa zona el 16 de abril pasado, liberó un importante porcentaje de esa energía acumulada en el interior de la tierra.

Marcelo Moncayo, quien tiene un posgrado en Ingeniería de Terremotos en Japón y es coordinador de proyectos de la facultad de Ciencias Matemáticas de la Universidad de Guayaquil, estima que ese movimiento liberó el 75% de la energía sísmica mundial registrada en ese mes.

Para el especialista, esa zona del país era propensa a un movimiento telúrico de esas características debido a las fallas geológicas. En la década pasada, el técnico manejó la tesis de que el país estaba experimentando una etapa de reactivación sísmica, que a su criterio comenzó con el terremoto de 1998, en Bahía de Caráquez. A ello sumaba la actividad experimentada por los volcanes Guagua Pichincha, Tungurahua y Cotopaxi.

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Con registros históricos de hace 500 años, Moncayo anota que el comportamiento sísmico ha tenido un patrón repetitivo, en el que grandes movimientos han ocurrido a principios y a mediados de cada siglo.

Uno de los más importantes ocurrió en 1906, con una magnitud de 8,9 grados, frente a Esmeraldas. En 1942 hubo otro sismo en el norte con una magnitud similar al de Pedernales.

Ese patrón histórico parece haber regresado. Moncayo cataloga el sismo de abril como el ‘apogeo’ de esa reactivación sísmica, que para él podría durar unos dos años.

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El Instituto Geofísico (IG) determina que el terremoto, con epicentro frente a Pedernales, a 20 km de profundidad, fue el resultado del desplazamiento entre dos placas tectónicas: la de Nazca (oceánica), que se sumerge bajo la Sudamericana (continental). A este proceso se le conoce como subducción.

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Ese fenómeno es el mismo que, según el IG, originó el sismo de 1906. Pero Moncayo deduce que el terremoto que ocurrió en abril es de falla geológica y no está relacionado con el sistema sismogenético del terremoto de Esmeraldas, es decir, la energía que corresponde a ese sismo está intacta.

Moncayo dice que los sismos de falla geológica suelen ser a una profundidad menor y los terremotos de capa tectónica pueden tener más magnitud.

Una variable que el especialista asocia a su teoría de un escenario de ‘apogeo’ de la actividad sísmica está relacionada con el número de sismos mayores de 4,5 de magnitud, que se han presentado en los últimos 16 años. Del 2000 al 2005 fueron 118; del 2005 al 2010, 167, y del 2010 hasta este año, 267.

Miles de réplicas

En cambio, Hugo Yépez, investigador del IG, cree que no se trata de una etapa de reactivación sísmica. “Hemos visto que no hay un incremento de actividad, sino que esta actividad está estable a nivel del país y zonas aledañas...”, explica.

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Hasta el viernes, el IG había reportado 1.595 réplicas del terremoto. El ente aduce que “nadie puede indicar cuándo van a ocurrir (las réplicas) ni de qué intensidad”.

Moncayo asegura que el número de réplicas está dentro de lo ‘normal’, aunque considera algo ‘atípico’ que se hayan generado dos en un mismo día (6,8 y 6,9 grados, el miércoles). “Estábamos en el escenario de que esto es una réplica y no pasa nada. Lo que ocurrió nos hace migrar de escenario a abrir las posibilidades de que otra situación se esté dando”, agrega.

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Kervin Chunga, geólogo y docente de la Facultad de Ingeniería de Ciencias de la Tierra de la Espol, cree que a futuro se va a tener una activación de la fuente norte de Esmeraldas, donde datos históricos dan cuenta de movimientos telúricos mayores de 8 grados.

El especialista dice que una de las lecciones que deja el terremoto es que ahora se podrán identificar los sitios donde se amplifica la onda sísmica. (I)