El proyecto de Ley Orgánica de las Finanzas Públicas, a más de promocionar el uso de dinero electrónico, también le apuesta a incentivar el uso de tarjetas de crédito y débito. Para ello se ofrece devolución de 1 punto en el Impuesto al Valor Agregado (IVA) en los consumos que se hagan con tarjeta de crédito. También se elimina el Impuesto a la Salida de Divisas de los consumos que se hagan en el exterior (hasta $ 5.000 en un año), siempre y cuando sea con tarjeta de crédito.

Sin embargo, de acuerdo con expertos, la promoción del uso de dinero plástico o tarjetas de crédito o débito debe estar acompañado con mayor educación financiera para los consumidores, opinan expertos.

En Ecuador, los ciudadanos que utilizan tarjetas de crédito y débito, tienen confusión al a hora de su utilización. Piensan que el cupo es una extensión más de su ingreso, considera Berta Romero experta en finanzas personales del Programa Tus Finanzas. Ella explica que en el caso que se está proponiendo en el proyecto de Ley, sería mejor que los consumidores consideren realizar consumos corrientes, que estén dentro de su presupuesto. Tanto la tarjeta de débito como la de crédito pueden ser utilizadas simplemente como un medio de pago, con lo cual no hay problemas de sobreendeudamiento.

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Sobre el tema, Julio José Prado, presidente de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (ABPE) explicó que la banca ha apoyado el tema de bajar el IVA a los consumos con tarjeta, a fin de que se promueva el consumo y para que se modernice el uso del dinero. Sin embargo, aclaró que a la banca no le interesa ni le conviene que sus clientes se sobreendeudamiento, pues pueden caer en mora, y hasta volverse incobrable.

En este caso, para Prado, la banca y el ciudadano tienen que ser responsables en el tema. “La banca ha sido responsable en empezar a bajar los cupos cuando ve que el nivel de gasto supera ciertos parámetros, cuando ya se genera riesgo”.

Para el representante gremial, las personas no deberían cometer el error de creer que pueden continuar con el nivel de gastos al que estaban acostumbrados: “La gente debe tener claro que es el momento de reducir gastos. Hay que acomodarse a la nueva realidad”, explicó.

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Romero, por su parte, recomienda que si la persona va a diferir sus consumos debe tomar en cuenta la durabilidad del bien que adquiere. No es conveniente diferir el costo de los productos perecibles. Por ejemplo, es un error diferir las compras del supermercado, comenta. Así, podría tener que estar destinando recursos por tres meses de un producto que se consumió de manera inmediata. Esto no es conveniente.

Para Romero, el sector financiero debe realizar una verdadera inducción en el manejo de las tarjetas a los consumidores al momento de la entrega de esa herramienta. Aseguró que muchas veces las personas no saben siquiera leer el estado de cuenta. Muchas veces cae en el error de solo pagar el pago mínimo cuando esto provoca que toda la deuda se encarezca con intereses.

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De acuerdo a los últimos datos de la Superintendencia de Bancos, en agosto de 2015 había un saldo de $ 4.619 millones en tarjetas de crédito. De esa cifra, $ 3.997,3 millones corresponde al saldo de tarjetas de crédito de personas naturales, es decir a ciudadanos comunes. En esa misma fecha existían $ 2.604,2 millones tarjetas principales, de las cuales 2.289,8 millones pertenecían a personas naturales. En cuanto al a morosidad, en este sector financiero, se encontraba en 2,77%, es decir había una morosidad de 127,7 millones, de los cuales 117,2 correspondía a los ciudadanos.

De otro lado, para Prado, un tema positivo de la mayor utilización de las tarjetas es que se genera un rastro del origen del dinero. Cuando se utiliza dinero efectivo no se genera se rastro y puede haber posibilidad de un uso ilícito.

De otro lado, coincidió con el Gobierno que utilizar dinero efectivo, generara costos altos tanto al Gobierno como a la banca para la movilización y la seguridad.