Como todos los años desde 1993, cada 22 de marzo se conmemora el Día Mundial del Agua para concienciar sobre la importancia de preservarla destacando un aspecto particular relacionado con este recurso, cuyas extracciones han aumentado en un 1% anual desde la década de 1980, debido a la creciente demanda en los países en desarrollo.

Este año, el eje temático recayó en la relación entre el agua y el empleo, la cual se aborda detalladamente en el Informe sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo 2016 elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

La Unesco estima que más de 1.400 millones de puestos de trabajo, el 42% de la población activa mundial, dependen en gran medida del agua y que 1.200 millones o el 36% de la PEA mundial, son moderadamente dependientes de este recurso. “El 78% de los puestos de trabajo que constituyen la mano de obra mundial dependen del agua”, destaca el documento presentado hace dos semanas en Ginebra, Suiza.

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Estos puestos, dice el informe, pertenecen a las categorías: gestión de los recursos hídricos y restauración y rehabilitación de ecosistemas; construcción, uso y mantenimiento de infraestructuras hídricas y la prestación de servicios relacionados con el agua, incluido el suministro, saneamiento y gestión de aguas residuales.

“Invertir en agua es una condición necesaria para hacer posible el crecimiento económico, el empleo y para reducir las desigualdades”, advierte el informe que resalta que las economías de América Latina y el Caribe dependen en gran medida de la explotación de este recurso, en particular para la minería, la agricultura –incluidos los biocombustibles– la silvicultura, la pesca y el turismo.

Por esto, sugiere la Unesco, los responsables políticos deben maximizar la aportación del agua al desarrollo y a la creación de puestos de trabajo, lo que promovería eficiencia económica y proporcionaría “la estabilidad y flexibilidad necesarias para atraer inversiones para desarrollar recursos hídricos y servicios de utilidad pública relacionados con los mismos”.

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En cambio, señala el documento, no asegurar el suministro de agua adecuado para apoyar a los sectores que dependen de ella deriva en la pérdida o desaparición de plazas laborales, “es decir, que si no hay agua, no hay puestos de trabajo”, se indica.

Asimismo, se refiere a que fenómenos como las inundaciones y las seguías que podrían desencadenarse por el cambio climático pueden tener repercusiones en la economía y el empleo de los países.

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Al respecto, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) alertó también la víspera del pasado 22 de marzo que el cambio climático amenaza el poder acceder al agua potable, un problema que actualmente afecta a más de 700 millones de personas.

Y reveló datos alarmantes: unas 800 mil millones de personas podrían estar bebiendo agua contaminada con la bacteria E. coli, por haber estado en contacto con excrementos.

Esto estaría pasando, principalmente, por un saneamiento deficiente. El Fondo informó que 2.400 millones de personas carecen de retretes adecuados y casi 1.000 millones defecan al aire libre, lo que propicia la contaminación incluso de fuentes de agua mejoradas.

En este contexto, advierte Unicef, los trastornos climáticos dificultarán el abastecimiento y la seguridad del agua para millones de niños que viven en zonas propensas a sequías o inundaciones. Según sus números, los afectados por el primer escenario serían casi 160 millones de niños menores de cinco años y por el segundo, cerca de 500 millones.

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Para ejemplificar la relación entre estos fenómenos climáticos y la afectación de millones de niños a nivel mundial, el programa de la ONU para la infancia explicó que cuando el agua escasea durante las sequías, las poblaciones recurren al agua superficial contaminada; en tanto que las inundaciones dañan instalaciones de tratamiento y depuración, y facilitan la propagación de heces, lo que puede incurrir en un alza de enfermedades como el cólera y la diarrea.

Las altas temperaturas a las que conduce el cambio climático, advierte Unicef, aumentan también la incidencia de enfermedades relacionadas con el agua como el paludismo, el dengue y el zika, transmitidas por el mosquito Aedes aegypti.(I)