Un grupo de familiares esperaba ansioso la llegada del agasajado, en una casa alta, ubicada en la cooperativa Francisco Jácome, en el noroeste de la ciudad. En la cocina, algunos preparaban la parrillada que sería el plato fuerte de la reunión; y en la sala, otros disponían las sillas y bocaditos.

Entre los anfitriones e invitados estaban los hijos, nietos, bisnietos y tataranietos (cuatro generaciones) de José Joaquín Aguaiza Almache, quien el sábado pasado cumplió 111 años, edad que lo ubica como uno de los hombres más longevos que viven en Guayaquil.

Cerca de las 18:00 de ese día el cumpleañero llegó desde Mucho Lote, donde vive con Petita, quien con 55 años es la menor de sus siete hijos, y con sus nietos, Andrés y Carmen, de 24 y 18, respectivamente.

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Aguaiza tiene 20 nietos, 32 bisnietos y 3 tataranietos.

Andrés cargó a su abuelo y lo llevó hasta el primer piso de la casa, donde se hizo la celebración, puesto que por la avanzada edad el adulto mayor camina poco, a manera de terapia.

“Estaba durmiendo y tuvimos que levantarlo para traerlo porque si no se quedaba de largo, contó Petita.

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Andrés y su primo Yover Martínez, otro nieto de Aguaiza, le sacaron la camiseta con la que llegó el homenajeado y le pusieron una camisa manga larga y una corbata.

Ya con el traje para la ocasión y sentado en el centro de la sala, a ratos dormido y en otros instantes despierto, Aguaiza recibió la felicitación de sus parientes.

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“Es un privilegio para nosotros como familia tenerlo con vida”, expresó emocionada Armenia Martínez, una nieta.

Aguaiza, nacido en Guaytacama, parroquia de Latacunga, provincia de Cotopaxi, es un hombre que se dedicó al comercio por más de 40 años.

Esa actividad la desempeñó en Paján, cantón manabita, donde emigró desde joven y adquirió bienes inmuebles que aún conserva, recordó Rosario, una de sus hijas.

Viudo hace 23 años, sus hijos decidieron traerlo a Guayaquil para atenderlo mejor, pues ellos están radicados aquí.

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César, otro de los hijos del adulto mayor, señaló que su padre se caracterizó por tener un carácter enérgico, que siempre les inculcó valores y el amor por el trabajo. “Realmente es una emoción grande y una bendición el poder compartir momentos con él”, expresó.

Poco antes de las 19:00 los familiares se agruparon en torno a Aguaiza para fotografiarse.

Y después de la foto familiar, el grito “¡Viva el abuelo Joaquín!” llenó de algarabía el agasajo en el que también participó Francisco, de 80 años, hermano menor de Aguaiza, quien no lo visitaba hace 25 años. por vivir fuera de la ciudad. (I)