Sentado en la vereda, al pie de su casa, con un cesto de ropa, Álex Samaniego espera un taxi para ir a lavar a la vivienda de su abuela. Frunce el ceño porque lo interrumpimos a las 14:15 del pasado viernes. Por motivación de su tío Wilson dialoga con EL UNIVERSO en su domicilio, en Sucúa, donde la mayoría de casas tienen ventanales sin rejas.

La tranquilidad del lugar difiere con la tensión que vive, en estos días, por decenas de mensajes y solicitudes de entrevistas. No esperó que una fotografía generara una ola de constantes mensajes, confiesa Álex.

¿El motivo? El pasado 3 de marzo subió por segunda vez una selfi tomada con sus amigos y en la que aparecen las turistas argentinas María José Coni y Marina Menegazzo, asesinadas en Montañita, provincia de Santa Elena.

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La foto fue la única en grupo con sus amigos, relata. Fue tomada la madrugada del domingo 21, un día antes de que las chicas tuvieran el último contacto con sus familiares en Mendoza, Argentina.

Ese fin de semana, recuerda, llegó con un grupo de amigos para celebrar su grado de fisioterapeuta. Luego de cinco años había vuelto al balneario y dice que lo encontró con más control policial. “Antes había más descontrol, los bares pasaban abiertos, ahora esta última vez hubo más control. Los policías llegan a cerrar los bares...”, comenta el joven de 25 años.

Álex señala que no se había percatado de que las mendocinas aparecían en una de la veintena de fotos que subió a Facebook del viaje a Montañita y que un amigo se lo advirtió.

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“Se me erizó la piel. Dije: ‘Wow, tan cerca han estado de nosotros y ni cuenta nos dimos’”, sostiene Álex.

Aquella foto se viralizó en las redes sociales. Las familias de las víctimas sugieren que podría aportar a las investigaciones. Sin embargo, ninguna autoridad se ha pronunciado al respecto, y Álex se siente atemorizado y nervioso.

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Familiares de Marina y medios de comunicación de Argentina y Colombia le han solicitado datos, pero apenas les dijo que nunca tuvo contacto con ellas. “Quería saber si eran ellas y así ayudar a que se contactara a los que están atrás (en la foto) y que tengan más versiones (...). Pero llegó a tornarse incómodo”, dice el joven.

Álex, la noche del 20 y madrugada del 21, fue a la discoteca Nativa Bambú y luego en la calle de los cocteles, en un bar que no recuerda el nombre, jugó Beer Pong (juego para beber) y se tomó la foto con sus amigos.

Hasta las 04:00, asegura, nunca vio a Marina y a María José, ni a sus acompañantes.

Esa fue la última noche, relata Álex, que estuvo en Montañita. Luego visitó Machala y Cuenca, sin enterarse del reporte de la desaparición de las dos chicas argentinas.

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Cree que es una casualidad. “Estábamos en grupo, no tratamos de hacer amistad con otro porque no hay confianza”, reflexiona y aconseja a los viajeros evitar contacto con desconocidos. Para él, la tragedia de las turistas pudo haber pasado en cualquier lugar.

Con un “sí” ratifica que volvería a Montañita, no sabe si después de cinco años.

Luego de enviar el canasto de ropa en un taxi hasta la casa de su abuela, Álex toma su bicicleta y se dispone a pedalear. Antes de marcharse señala que las notificaciones en su teléfono no dejan de llegar, por un crimen ocurrido a 525 kilómetros de su natal Sucúa. (I)