Esperando –y con la cuenta de ahorros en cero– está desde diciembre del 2013, cuando decidió demandar a su expareja por incumplir con su obligación alimentaria, por abandonar el hogar, por no reconocer a su tercera y última hija. Pero la suya no es una espera pasiva. Hoy, un martes de enero a dos años de haber iniciado los procesos, Marjorie Guaranda sigue bregando por los derechos de sus hijos. Se acerca a una ventanilla de atención en la Unidad de la Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia del Complejo Florida Norte del Consejo de la Judicatura, en Guayaquil, para darle seguimiento a su caso, pero no tarda en retornar a su asiento.