Una tras otra golpean levemente las olas a orillas del mar Mediterráneo en el pálido rostro de un niño que yace boca abajo, muerto en la playa de Bodrum, Turquía. Las tibias aguas apenas mueven el corto cabello castaño obscuro y los brazos del pequeño que viste camiseta roja, pantaloncillo azul y zapatos negros sin medias.