Vestidos con chalecos azules, rojos y turquesas se distinguían del resto de feligreses. Eran los voluntarios católicos que ayudaron a mantener el orden durante la misa campal ofrecida ayer por el papa Francisco, en el Parque Bicentenario.

Fueron ocho mil los que colaboraron. Estuvieron en el parque desde las 11:00 del lunes. Su labor traspasó la coordinación, ya que además se esforzaron por ayudar a quienes soportaron el frío de la noche antes de la misa. También facilitaron el traslado de las personas con discapacidad.

Los voluntarios fueron divididos en grupos de 25 con un coordinador. El color de los chalecos indicaba el nivel de preparación. Karla Solá, quien vestía el rojo, explicó que ese color lo usaban quienes habían estado en capacitaciones desde hace tres meses, con cursos de liderazgo y manejo de este tipo de eventos, voluntariado y evangelización.

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“Esta es la oportunidad que te da la Iglesia para hacer algo de servicio y en contribución de todo lo que Dios te da en tu vida”, afirmó respecto al servicio que ofrecieron.

Otra voluntaria, Dora Ruiz, comentó que le pareció un trabajo duro porque les tocó dormir en un piso húmedo, con carpas mojadas.

“Espiritualmente, dar esta ayuda nos hace mucho bien a nuestro corazón. Es un desprendimiento material, no nos ha importado mojarnos, no comer”, agregó Ruiz. (I)