La presidenta chilena, Michelle Bachelet, llamó ayer al país a reconstruir la confianza para impulsar reformas emblemáticas, como una que busca modificar la Constitución, en un intento por retomar su ambiciosa agenda después de los escándalos.

En un mensaje a la nación desde la sede del Congreso en Valparaíso, la mandataria admitió que la sociedad chilena dijo “basta a los abusos, privilegios y corrupción”, que han salpicado a su gobierno y han derrumbado su popularidad.

Sin hacer mención explícita al caso Caval –que implica directamente a su hijo, Sebastián Dávalos, y a su nuera, Natalia Compagnon–, ni a las querellas que afectan a políticos del oficialismo y de la oposición, la presidenta reconoció que los escándalos “han afectado la confianza (de los ciudadanos) en sus líderes y representantes”, dijo en su discurso anual.

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Mientras la presidenta daba su discurso, afuera del Congreso miles de estudiantes se manifestaron en demanda de una mejor educación.

La policía antimotines dispersó con chorros de agua y gases lacrimógenos a los miles de manifestantes que intentaron sobrepasar las rejas que aislaban la sede del Legislativo.

Las protestas concluyeron con saqueos, destrozos, 37 detenidos y 20 lesionados.

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Bachelet anunció la gratuidad para el 60% de los estudiantes más pobres de la educación superior, a partir del 2016.

“Esta medida es coherente con lo que hemos propuesto y vamos a seguir avanzando decididamente hacia la gratuidad universal”, afirmó.

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Además reiteró que en septiembre se iniciará un proceso constituyente para reemplazar la constitución que el dictador Augusto Pinochet impuso a los chilenos en 1980 y que pese a sucesivas reformas es considerada por la centroizquierda ilegítima. No dio detalles de si convocará a un plebiscito, a una asamblea constituyente o a algún otro mecanismo. (I)

6
mil personas participaron en la manifestación en Chile.