Unos suben para nunca más volver a su valor original. Algunos fluctúan en la misma semana o mes. Y otros que se mantienen en el tiempo con pequeñas y constantes oscilaciones. La variación de precios de los productos y servicios que la sociedad consume son básicos para determinar un indicador que mide el aumento del costo de la vida y que es primordial mantener bajo en una economía dolarizada: la inflación.

Desde el arroz, que es parte esencial de la dieta del ecuatoriano, hasta el alojamiento y sus servicios; el transporte, la salud, la educación, la vestimenta y la recreación se consideran para determinar este indicador, que desde enero pasado experimentó cambios en su medición.

El Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos (INEC) realizó el cambio de año base (al 2014) del Índice de Precios al Consumidor (IPC), que es el referente fundamental de la inflación, y con ello actualizó los productos que componen la canasta básica para que, dijo entonces, reflejen las tendencias actuales de consumo (ver vinculada).

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La última actualización se hizo en el 2004 y, según el INEC, desde 1951 se han modificado cinco veces los años base para el cálculo del IPC, que hoy se levanta en nueve ciudades: Quito, Guayaquil, Manta, Machala, Loja, Esmeraldas, Ambato, Cuenca y Santo Domingo de los Colorados (se incluyó este año) a través de la recolección de 25.350 precios de los 359 productos (eran 299) que componen la canasta.

El analista Alberto Acosta Burneo, editor de Análisis Semanal, indica que el objetivo de este cambio es tener una canasta actualizada a base de la nueva estructura de consumo de la población, dado que en diez años los gastos han ido modificándose. Esto ligado a la tecnología, acceso a nuevos servicios, etc.

Según el INEC, Ecuador cerró el 2014 con una inflación de 3,67% anual, que significó un alza frente al 2,70% del 2013. En el 2015, con la nueva medición, la inflación mensual de marzo pasado se ubicó en 0,41% frente al 0,70% del mismo mes del 2014. En el tercer mes del año, en cambio, la inflación anual fue de 3,76% en comparación al 3,11% que registró ese mes el 2014.

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Xavier Andrade, director de desarrollo institucional del Instituto Ecuatoriano de Economía Política, dice que la actualización permite tener una referencia de cómo se mueven los precios a nivel general, pero hay que tener claro que el IPC es el resultado de un promedio de precios que luego se refleja en la canasta básica ($ 657,68). “...Hay quien dirá: los alimentos no han subido el 3% que me dice la inflación anual sino 10% o 15%”.

Esa es, de hecho, la realidad que se vive en los mercados, donde los precios experimentan aumentos debido a factores climáticos, de oferta y demanda, y hasta de especulación, indican los comerciantes entrevistados.

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Fernando Tiña, de 64 años, comerciante del mercado Pedro Pablo Gómez en Guayaquil, dice que productos como el arroz cuando suben casi nunca vuelven al precio anterior. Desde enero la libra de arroz flor pasó de $ 0,45 a $ 0,55. En Ambato, los comerciantes de productos agrícolas en el mercado mayorista coinciden en que los precios de estos son los más inestables. “Bajan y suben en un mismo día, es de acuerdo a la plaza...”, manifiesta Teresa Lema.

La nueva medición incorporó también una componente flexible en la canasta de investigación del IPC a nivel de línea de gastos o artículos, que, según el INEC, admite una actualización más frecuente del listado de bienes y servicios en la canasta, “sin incurrir en la necesidad de reajuste de toda la canasta o de sus ponderadores fijos”.

Guillermo Granja, docente de la Facultad de Economía de la Universidad Ecotec, expresa que hay precios que de acuerdo a la elasticidad del producto van a tener una afectación más rápida, por eso la incorporación de un componente fijo y otro flexible. Por ejemplo, señala, si mañana hay una inundación y se pierde la cosecha de determinado producto, este va a subir y eso debiera medirse.

Sin embargo, un analista económico, que prefiere la reserva de su nombre, advierte que si hay un componente flexible o variable debe ser el mismo año tras año, trimestre tras trimestre porque si no está definido cómo se medirá es peligroso, dado que puede haber discrecionalidad. “Puede haber una decisión que no sea objetiva, que diga, bueno, ahora no me gusta este bien, entonces no lo pongo”, señala. Por eso, cree que es esencial que si el INEC hace uso de esa variabilidad del componente sea anunciada con anticipación y tenga un argumento técnico.

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Este Diario solicitó esta semana una entrevista con el director del INEC, José Rosero, para tratar este tema y, aunque su área de prensa dijo que revisaría su agenda, hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.

Para este año el Gobierno proyectó una inflación del 3,9% y un crecimiento de la economía (PIB) del 4,1%. Acosta señala que esta dependerá de dos fuerzas contrarias que marcan el escenario económico: el peso de las salvaguardias de entre 5% y 45% a 2.800 productos importados, que se aplica desde marzo y aún no se evidencian en la inflación, y la desaceleración por una menor inversión estatal.

La inflación sirve para medir el crecimiento de la economía, definir el ajuste de los salarios y, desde la aprobación de la reforma laboral, elevar las pensiones jubilares cada año. Granja dice que es un indicador con rostro social, que siempre impacta al que menos gana. (I)

...Han puesto una canasta fija y unos productos flexibles, con la intención quizás de ir incorporando año a año, dependiendo de la situación del mercado, nuevos bienes...”.Xavier Andrade Analista