Es el país que posee las mayores reservas petroleras en el mundo (296.500 millones de barriles, mbp), pero el bolívar se vuelve humo en los bolsillos de los venezolanos. El gobierno importa el 70% de los bienes que consume, pero los ciudadanos sufren la continua escasez de uno de cuatro productos básicos, como aceite, leche, harina de maíz, papel higiénico, desodorante o detergente.

Ese es el estado actual de la economía en Venezuela, golpeada por una alta inflación (63,4% interanual), la escasez y recesión agravada por el derrumbe del precio del petróleo, de $ 68,97 el barril, a fines de noviembre pasado, a $ 61,92 hasta el viernes, el valor más bajo en los últimos cuatro años.

Esta continua baja del precio del crudo, al 35% desde junio pasado, disminuye las posibilidades de conseguir dólares en este país que obtiene del crudo el 96% de sus ingresos y maneja desde el 2003 tres tipos de cambio: el más fuerte de 6,3 bolívares por dólar para la compra de bienes prioritarios y de 11 y 50 bolívares para otras importaciones. En el mercado negro el dólar se ha cotizado hasta 24 veces del valor oficial.

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A fines de noviembre, Venezuela reclamó ante la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en la reunión número 168 en Viena, un recorte de la producción para contener la caída del precio del barril y vuelva a rondar los $ 100. Pero el organismo decidió no rebajar su producción de 30 mbp diarios, vigente desde diciembre del 2011, pese al apoyo, según el delegado venezolano, de varios de los doce países miembros.

Según los analistas, esta estrategia está dirigida por Arabia Saudita, el mayor productor de la OPEP, y pretende dejar el precio del barril a un nivel tan bajo que obligue a cerrar las explotaciones de gas de esquisto (o llamado gas de pizarra que se extrae al fracturar las formaciones rocosas subterráneas) rentables a partir de $ 80.

La producción del petróleo de esquisto, extraído principalmente por Estados Unidos con técnicas de fractura hidráulica, ha comido parte del mercado de los países de la OPEP.

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Bill Farren Price, presidente de la consultora PPI, de Londres, advierte que esta medida (de la OPEP) puede acarrear pérdidas a los países petroleros. Miembros como Venezuela y Nigeria necesitan niveles cercanos a los $ 100 el barril para financiar sus presupuestos nacionales. En el caso de Venezuela, según el Fondo Monetario Internacional, necesita vender el crudo a $ 120 para evitar la bancarrota nacional.

Bank of America calcula que por cada dólar que baja el precio del crudo, el estado venezolano pierde 770 millones en ingresos netos anuales. Eso significa $ 12.000 millones menos en ingresos anuales.

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Frente a esta crisis económica y la decisión de la OPEP, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, decidió aplicar una fórmula similar a la que recurrió hace cinco años su mentor, el fallecido Hugo Chávez.

Un decreto, que al igual que el comandante, ordena el recorte del presupuesto nacional y la revisión de sueldos y salarios de toda la plana mayor de ministerios, empresas del Estado, incluido el presidente.

Maduro indica que el presupuesto para el 2015 basado en un precio de $ 60 el barril fue realizado con prudencia. Sin embargo, este solo cubre una parte del gasto gubernamental, el resto de las erogaciones se hacen desde fondos parafiscales manejados por el gobierno.

Pese a ello ha asegurado que las medidas no afectarán los programas sociales. “Ni un bolívar se va a tocar de las misiones” o programas sociales. Según el presidente, el país está en condiciones de resistir la caída de precios petroleros. “Si baja hasta $ 40, Venezuela tiene garantizados sus recursos”.

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Opositores y analistas señalan que Maduro intenta enviar mensajes de estabilidad y tranquilidad para minimizar la crisis con miras a las elecciones parlamentarias del 2015.

Las exportaciones petroleras son la principal fuente de financiamiento de los programas sociales y cruciales para sostener la popularidad del gobierno en los sectores más pobres y que constituyen la base electoral del chavismo.

La precampaña ya arrancó. Las encuestas muestran que la gestión de Maduro se ha desplomado hasta el 30%, acuciado por la alta inflación, la corrupción administrativa y la criminalidad.