La ambateña Mariana Aguirre prefiere tolerar una fuerte dolencia en el vientre antes de ir a uno de los hospitales madrileños para que la atienda un especialista. Tiene miedo de que le cobren. Perdió su permiso de residencia por estar desempleada y, por tanto, su tarjeta sanitaria. Y aunque su caso por la gravedad que reviste está incluido en las excepciones de la normativa que desde 2012 restringe el acceso a la sanidad gratuita, la ecuatoriana prefiere no arriesgarse. No tiene dinero para pagar una factura que de manera sistemática le puede extender el hospital. "Sin trabajo y sin ingresos, no tengo otra alternativa", asegura la connacional.