Las cajas negras del tren accidentado en Santiago de Compostela arrojan nueva luz sobre la tragedia que costó la vida a 79 personas: el convoy iba a 179 km/h cuando descarriló y el freno de emergencia se activó después.

El conductor del tren, que hablaba por teléfono con un colega, dejó de hacerlo 11 segundos antes del descarrilamiento, ocurrido a las 20:41 y 6 segundos del 24 de julio, informó el Tribunal Superior de Justicia de Galicia (TSXG) tras el análisis pormenorizado de las grabaciones.

Este permitió conocer con precisión los dos últimos minutos antes del accidente, a cuatro kilómetros de la estación de Santiago de Compostela, en una curva muy pronunciada donde los trenes, que hasta ese momento pueden circular a 200 km/h, deben reducir drásticamente su velocidad.

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"El tren circulaba al paso por el punto de descarrilamiento a una velocidad de 179 km/h", mientras que "la velocidad máxima permitida (es) de 80 km/h", subrayó el TSXG, precisando las primeras informaciones divulgadas el martes tras el vaciado inicial de las cajas negras.

A las 20h39 y 6 segundos, el tren iba a 199 kilómetros por hora cuando sonó la señal de una llamada telefónica, relata el informe.

Cuarenta y seis segundos después, cuando el maquinista ya estaba al teléfono, se oyó un "aviso acústico correspondiente al paso por una baliza" que advertía de la próxima llegada a la curva pronunciada.

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Un minuto y tres segundos despúes, a las 20h40 y 55 segundos, se oía por última vez la voz del conductor al teléfono. El tren circulaba entonces a 195 km/h.

Dos avisos acústicos más de paso por balizas sonaron 537 metros y 242 metros antes de que el tren descarrilara a más del doble de la velocidad permitida.

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Debido al cambio de velocidad máxima en ese tramo, el sistema de seguridad europeo para trenes de alta velocidad ERTMS es reemplazado por el español ASFA, que no frena automáticamente cuando el tren circula demasiado rápido.

Fue cuatro segundos después del descarrilamiento, a las 20:41 y 10 segundos, cuando se activó el freno de emergencia, pasando el convoy a 153 km/h.

El sonido del tren arrastrándose fuera de la vía deja de oírse en la grabación a las 20h41 y 16 segundos.

El maquinista, Francisco José Garzón Amo, un experimentado profesional de 52 años imputado por homicidio por imprudencia, reconoció desde el primer momento haber sufrido un "despiste".

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Y aunque en un principio afirmó no saber por qué, en una segunda declaración ante el juez Luis Aláez de Santiago de Compostela reconoció que había estado hablando por teléfono con el interventor del tren.

Este, que compareció el viernes ante el magistrado, admitió ser el autor de la llamada telefónica. Sin embargo, afirmó no sentirse culpable de lo ocurrido.

"En ningún momento me he considerado culpable", declaró el revisor a los periodistas a su llegada al tribunal. "Eso sí lo dije, que lo tenía en el bolsillo cuando salió el tren" de la vía, afirmó en referencia al celular con el que había llamado a Garzón.

En un dictamen divulgado el jueves, el magistrado había explicado que citaba al revisor en calidad de testigo por considerar que su llamada a Garzón, "aunque se considere desafortunada por el lugar o momento en que se hizo, es insuficiente para atribuirle una imprudencia con relevancia penal".

"La consulta al maquinista para saber si el tren podía circular por una determinada vía", realizada por el interventor para facilitar el descenso de una familia con niños, "es algo normal (...) y no es causa del descarrilamiento", consideró el juez.