El educador Carlos Ordóñez Jara nació en Chordeleg (Azuay), pero decidió hacer su vida en la ciudad de Guayaquil, donde dedicó 33 años al magisterio en diversos colegios como profesor de Literatura e Idioma Español.

Ahora, ya jubilado desde el 2007, desea entregar un nuevo aporte a esta urbe porteña en plena celebración de los 200 años de independencia a través de su libro Fantasía guayaquileña, cuya presentación tendrá lugar este jueves 8 de octubre, a las 16:00, en el auditorio de la Unidad Educativa Particular de La Providencia (Eloy Alfaro 1003 y Gómez Rendón). Habrá transmisión por Zoom en este link.

El talento de Ordóñez como poeta también le ha permitido escribir los himnos oficiales de la UNE del Guayas y de los colegios San Agustín, Provincia de Cotopaxi, Eloy Alfaro y Francisco de Orellana, además de los himnos a la Universidad de Manta, Brigada Guayas y de Anconcito. Y publicó el 2010 el poemario Horas de luna y de canción.

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Poemas, himnos y amorfinos son parte del contenido de este texto de edición limitada que puede solicitarse al correo ordonezf82@gmail.com. El costo es de 10 dólares.

Aquí una muestra del contenido de Fantasía guayaquileña.

Don Pascual

¡Qué hombres del bicentenario

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Fueron esos hombres bravos

Para pensar en locuras,

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Vivir libres y no esclavos!

Y hacer lo que ellos hicieron

Con esfuerzo sobrehumano

Sin dinero y sin más armas

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Que la Fragua de Vulcano

Ardiendo en su corazón.

Yo, montubio y caballero

A distancia de dos siglos,

Los saludo con la mano

Y me les saco el sombrero

Jurándoles lealtad

A esos bravos verdaderos

Que nos dieron libertad.

Esos sí que fueron hombres

De verdad y no de engaños

Que por nuestro bien sacaron

De su alforja mil corajes

Sin esperar homenajes

Después de doscientos años.

Salutación a la Aurora Gloriosa

¡Salve, Aurora Gloriosa! Desde lo alto

A Guayaquil despierta de su sueño.

De pie, todos estamos esperando

El sol de libertad con que soñamos.

¡Bienvenida la Aurora que madruga

Sobre las ondas trémulas del Guayas!

Trae de más allá de las estrellas

La luz recién nacida de este día.

Con la Aurora Gloriosa, llave en mano,

La noche colonial queda cerrada.

Somos un pueblo nuevo que despierta

Blandiendo su bandera desplegada.

En este claro día de heroísmo

Para cantar no basta una garganta,

Ni un solo brazo para levantarla

Hasta el sitial de honor de nuestra historia.

Para todos hay puesto en la consigna

De enrumbar nuestros pasos adelante.

Cada guayaquileño es nueva savia

En las viejas raíces huancavilcas.

¡Salve, Aurora Gloriosa y refulgente!

Te esperamos de pie como se espera

De par en par abriendo las ventanas

Al sol de un nuevo día sin ocaso.