Hace algunos años, mientras acompañaba a alguien en un cementerio, a Diana Varas la intrigó una tumba con una fotografía de un militar joven llamado Manuel. “Llevaba uniforme y una cara traviesa que contaba su tragedia. Lo miré y se me doblaron las piernas. Todo el nicho tenía marcas de lápiz labial, de besos reales de una mujer. Dentro y fuera de la foto. ¿Será su novia? Si murió tan joven, ¿lo siguió amando después de tantos años? ¿Será su madre?, ¿vivirá su madre? ¿Es su hermana, su prima? ¿Quién es la mujer de los besos? comenzó a preguntarse.