En las calles Paul Rivet y Whimper, en Quito, se encuentra un restaurante del que no me había percatado, Irati, comida española. Fue una buena sorpresa. Nació hace aproximadamente un año. Su mentalizador es un chef español de trayectoria en varios países y que guía a un staff local numeroso. En Irati encontré productos e insumos de gran calidad.

El primer plato, unos simples tomates con aceite de oliva y balsámico, ya eran distintos. En un punto de madurez, y por lo tanto de dulzor, que no había probado en Ecuador. Tanto que fui a la cocina y me di cuenta del porqué. Utilizan tomate San Marzano, para mí, la mejor variedad que existe, que creí inexistentes en el país. Una sorpresa. Me explicaron que los compran a una pequeña finca que los está cultivando. Tienen menor acidez, mejor textura y sabor que cualquiera, a mi gusto.

Tomate San Marzano, cultivado en Ecuador. Foto: Cortesía

Las porciones en Irati son pequeñas. Si el lector es de buen comer, quizá quede satisfecho con dos o tres platos.

La croqueta es un plato que, aunque nació de la gastronomía francesa, hoy se conoce más en el mundo su versión española. Irati tiene una selección que vale la pena probar, una variedad de croquetas con calamares en su tinta, chistorras, camarón y hongos.

La interpretación de Irati de las morcillas de Burgos con huevos pochados es formidable. Con hierbas y verduras es de una finura y combinación de sabores muy interesante.

Pedimos chipirones, pero la cocina se equivocó y nos trajo calamares fritos en salsa de mayonesa con rocoto y lima, que estuvo muy satisfactorio.

Probamos un rabo de toro cocinado lentamente al vino, con garbanzos fritos. Dos cosas por destacar:

Cocinado en sus jugos y reducidos, hacían de su salsa casi el centro del plato, si no fuera por los garbanzos, inusual y tremendamente tiernos y fritos, los que, combinados con la suavidad del rabo de toro, hacían de este un gran plato, aunque un poco escaso en su proteína principal.

Irati tiene excelentes postres. Sencillos, pero ejecutados con extrema delicadeza.

Las peras al vino en espuma, perfectas. Tanto que podría apostar a que la pera, antes de su cocción, estuvo expuesta en vino por un buen tiempo.

La torrija caramelizada es a base de pan. Un postre más sencillo, imposible, sin embargo, exquisito, para lo cual se requieren buen producto y técnica.

Irati no es un restaurante barato, considerando los tamaños de sus porciones. Con el ambiente agradable que brinda una antigua casa en un barrio tradicional de Quito, es una buena opción si busca gastronomía española. (O)