La Copa Confederaciones 2017, que se desarrolla desde el pasado 17 de junio en Rusia, no solo se muestra como una antesala de lo que ofrecerán la organización y los equipos clasificados al próximo Mundial de Fútbol, sino que también es el escenario de prueba del videoarbitraje (VAR), un sistema de referencia arbitral que la FIFA quiere implementar en la cita mundialista de 2018.

El método consiste básicamente en un grupo de colegiados (dos árbitros de video y un juez de línea) situados frente a varias pantallas de televisión dentro de una cabina en el estadio donde se desarrolla un partido, que auxilian al réferi en cancha en cuanto a jugadas decisivas como un gol, penaltis y tarjetas rojas. Así ratifican o corrigen al momento los fallos arbitrales del juego.

Para ejecutarse, el juez central del compromiso debe interrumpir el partido y dar paso –mediante una señal con los brazos– a la revisión por video de una jugada, cuya resolución es comunicada de vuelta, tal como sucede en otros deportes y mediante similares mecanismos como el béisbol, el básquet o el tenis.

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Pese a la referencia del video, la nueva decisión no es vinculante, es decir, el árbitro central del juego es quien toma la resolución final e incluso puede solicitar ver por sí mismo la acción en una pantalla ubicada al costado del campo. Sin embargo, en todos los casos presentados hasta ahora desde la implementación del videoarbitraje, el réferi ha avalado el fallo que este arroja.

La vigente Copa Confederaciones es el tercer torneo organizado por la FIFA en que se aplica este nuevo sistema. Ya se utilizó en el pasado Mundial de Clubes, en diciembre último, y en el Mundial Sub-20 de Corea del Sur, semanas atrás.

El organismo rector del fútbol global evaluará los resultados para la aplicación del método en Rusia 2018.(D)