Esta vez lo de Cristiano Ronaldo ha caído mal al aficionado madridista. Se nota en las conversaciones. Hicimos una encuesta en AS y cuatro de cada cinco no le comprendían. Digo esta vez, porque ya ha habido un par de ellas antes, al menos. Una, cuando dijo que estaba triste. Otra, cuando dejó correr aquello del posible coqueteo con el Paris Saint Germain.

También tuvo el portugués un largo distanciamiento con la prensa en general, que nunca ha resuelto, por la difusión de aquella fiesta de cumpleaños, tras el 4-0 en el estadio Vicente Calderón (derrota ante Atlético de Madrid, en febrero del 2015). ¡Pero fueron sus invitados los que difundieron las imágenes! Su colosal desempeño como jugador ha venido acompañado de gestos de despecho.

Yo lo entiendo a Cristiano, quizá porque lo conozco. Es muy mimoso. Su inseguridad le impele a necesitar ser el mejor. Sufre si no se lo reconoce, y en ese escenario toda adulación le puede resultar poca. Piensa que ha hecho mucho por el Madrid y por la liga, y es verdad, y no solo que a la menor falla lo silban, como le ha pasado, sino que ahora se ve retratado como un estafador amenazado de cárcel por unos papeles que él no hace aunque sí firma, y recuerda que con Lionel Messi salió Josep María Bartomeu (presidente del Barcelona) a decir ‘Messi somos todos’ y le parece poco respaldo la nota oficial del Madrid, que sin embargo a mí me parece el grado adecuado de respaldo. El Real Madrid es otra cosa.

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Florentino, que el lunes (pasado), cautiva y desarmada toda oposición, renovó cargo presidencial, empieza su quinto mandato con este engorro. Cristiano es, con mucho, el mejor del Madrid. Para Florentino fue un maná caído del cielo, porque se lo dejó fichado Ramón Calderón. Florentino casi lo estropea por decir que el precio era muy caro, y eso es algo que aún le tiene en cuenta Cristiano, que se ha vengado dándole serias vueltas de tuerca en cada renovación.

Yo sigo sin creer que la sangre llegue al río. Al fin y al cabo, Cristiano Ronaldo aún no ha dicho nada, aunque sin duda lo ha puesto en circulación, y siempre podrá decir un día que son cosas de la prensa. (O)