Otra más. ¡Doce! La noche de Cardiff abrazó la gloria del Real Madrid, cuyos jugadores han confirmado que son insaciables. En especial uno de ellos, Cristiano Ronaldo. Marcó el gol de la primera parte, cuando el equipó estaba mal, dominado por una Juventus firme y mandona. Y marcó el 3-1, el que abría la brecha definitiva.

Pero en torno a él, todos mostraron una tremenda reacción tras el descanso. Hasta ahí, la Juventus había dominado el partido por colocación, seguridad y ambición. En el descanso, los madridistas vieron que si no cambiaban el partido se les iba a escapar. Salieron con otra disposición, decididos a defender lo suyo: la Champions.

Tres goles había recibido la Juve en todo este campeonato. Cuatro se llevó ayer. La razón está en esa segunda parte en la que el Madrid le cambió el paso y se le vino encima. Empezó buscando la espalda de Andrea Barzagli. A partir de ahí, adelantó el medio campo y se hizo con el partido. Isco, flojo en la primera mitad, se hizo con el mando, que compartió con Luka Modric. La Juventus se esfumó. Desapareció Paulo Dybala, cuyo primer tiempo fue exquisito. Quedaron desconcertados Gonzalo Higuaín y Mario Mandzukic. Dani Alves se perdió en broncas. Y el entramado defensivo de los italianos tembló, con las llegadas por los lados de Dani Carvajal y Marcelo y el peligro constante que supone Cristiano.

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Dos goles de Cristiano, tres en semifinales ante el Atlético, cinco en cuartos ante el Bayern... Es realmente tremendo. Pero casi lo es más lo de Zinedine Zidane, que hace dos eneros llegó a un equipo que con estos mismos hombres caminaba errático y lo ha convertido en esto. Ya son 65 partidos seguidos marcando. Y dos Champions consecutivas, lo que nadie logró hasta ahora.

Y esta segunda, con goleada 4-1. Ahora toca disfrutar y esperar con ilusión dos supercopas a la vuelta del verano, la de España ante el Barcelona y la de Europa ante el Manchester United de José Mourinho. El madridismo vive tiempos de plenitud y agranda paso a paso su vieja leyenda. (O)