Antonio Alzamendi (60 años) brilló en Argentina como un delantero veloz y con gol. En Independiente fue campeón nacional de 1978 y con River Plate se coronó en 1986, año en el que también sumó con ese club la Copa Libertadores (enfrentó a Barcelona en el estadio Modelo, en la ronda semifinales, y fue imparable) y la Intercontinenal. Habló con Diego Borinsky, de El Gráfico, sobre su paso por la celeste.

El Mundial de México 1986 lo inició como en un sueño
Gol a Alemania a los 4 minutos. Se equivocó Lothar Matthaus en un pase para atrás, yo piqué y le rompí el arco a Harald Schumacher: picó en el travesaño, entró y salí corriendo a festejarlo.

Un arranque soñado y enseguida la pesadilla: los seis goles de Dinamarca.
Nos comimos una goleada de novela, ni la vimos la pelota. Nos pintaron la cara. Para el partido siguiente, Omar Borrás nos borró al Polilla Da Silva y a mí. Íbamos en el micro y el Polilla decía en voz alta: “Antonio, parece que anduvimos mal los delanteros”. Y yo la seguía: “Sí, no pudimos parar a nadie”, y cosas por el estilo, para que escuchara el técnico, que estaba sentado adelante. A mí no me gusta hablar de los muertos, pero les faltaron h... para apoyar a nuestra Selección.

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Contra Argentina tampoco jugó en los octavos de final.
(Óscar) Ruggeri me contó que (Carlos) Bilardo dio la charla técnica con Rubén Paz y conmigo entre los titulares de Uruguay y no jugamos los dos. Paz en el segundo tiempo y casi empatamos (Argentina ganó 1-0). Ese cambio, lo hicimos con el arquero (suplente) Rodolfo Rodríguez. Borrás estaba expulsado en la tribuna, le tiramos el walkie talkie al ayudante, y le gritamos a Rubén que calentara y lo mandamos adentro. Falté yo más para empatar a 1 (risas).

¿El gol por la Copa América 1987, en el Monumental a Argentina, fue una revancha?
Fue el gol más importante que metí: una semifinal contra Argentina, que era campeón del mundo, y en el Monumental. Veníamos muy castigados con Enzo Francescoli y Nelson Gutiérrez por lo del Mundial 1986, y fuimos los únicos tres que volvimos al equipo en la Copa América. Roberto Fleitas, el técnico, se la jugó por nosotros, nos citó y fuimos campeones, los demás eran pibes. Uruguay era un cuadrazo y le ganamos al campeón mundial con Maradona.

¿Es cierto que te quiso nacionalizar argentino César Luis Menotti?
En 1978 (cuando jugaba en Independiente), me lo dijo Julio Grondona, pero lo rechacé. No porque no quisiera a los argentinos, sino porque soy uruguayo, me siento muy uruguayo.

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¿Por qué Argentina lleva años sin ganar nada?
Por los recambios. Y porque hay demasiadas figuras. Para mí, ese tema de las figuras les hace un poco mal a los clubes. Se precisa gente trabajadora. Es imposible tener cinco delanteros de renombre en el fútbol de hoy, soy fanático de los equipos bien balanceados, con gente que marque.

¿Los tres mejores jugadores uruguayos de la historia?
De los que vi: Fernando Morena, Ildo Maneiro y Luis Cubilla. De los que jugué: Paz, Francescoli y Rubén Sosa.

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Para los que no lo vieron, ¿a qué jugador de los últimos años se parece?
A Luis Suárez, por la fuerza, por las ganas de pelearlas todas. Ni hablar de que Suárez es mil veces mejor que yo.

¿Le da por ver imágenes viejas de sus goles?
Sí, y me pongo melancólico, se me sale un lagrimón, pero a la vez siento la satisfacción de haber cumplido.

¿Cómo vivió los descensos de River e Independiente, sus dos exequipos?
Lloré como loco con los dos, me quería morir. No podía sucederle eso a esos clubes. A River Plate e Independiente los miro siempre.

¿Cuál fue su punto fuerte como jugador?
La velocidad. Y la virtud de estar en el lugar indicado en el momento justo. (D)

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