Tras dos días en la oscuridad, Chapecó se desahogó unida este miércoles como se sacan las penas en un campo de fútbol, con tambores, banderas y cantos de aliento a un equipo que ya no está, pero que nunca se irá del Arena Condá.
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La hinchada, la ciudad y un Brasil de luto seguía cantándole a sus campeones como en las numerosas noches de derrotas y sinsabores del fútbol humilde, que aún podían ganar: "¡Vamos, vamos, Chape!".
Tras dos días en la oscuridad, Chapecó se desahogó unida este miércoles como se sacan las penas en un campo de fútbol, con tambores, banderas y cantos de aliento a un equipo que ya no está, pero que nunca se irá del Arena Condá.
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