La derrota del pasado jueves en la eliminatoria sudamericana ante Brasil 0-3 fue dolorosa, no solo porque en casa se esfumaron puntos valiosos del premundial, sino también por la pérdida del invicto como local, que ante el mismo Brasil había sido conservado por años.

En los registros de preclasificatorios al Mundial, la Auriverde nunca había ganado a domicilio a Ecuador; aunque sí había logrado un 0-6 en un juego amistoso disputado el 14 de febrero de 1981, en el estadio Atahualpa, de Quito.

Antes del jueves, esa era la última vez que Brasil había goleado en Quito a la selección nacional de fútbol. Era un juego de preparación para la eliminatoria al Mundial de España 1982, al que la Tri no clasificó.

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Un doblete de Reinaldo (24m y 35m), otro de Sócrates (28m y 81m), un autogol de John Landeta (48m) y un tanto de Zico (65m) le dieron el abultado triunfo a uno de los equipos más fuertes que ha tenido Brasil en su historia futbolística, dirigido por Telé Santana.

La Tri alineó con Freddy Valdivieso en el arco; Flavio Perlaza, John Landetta, Luis Corrales y Ernesto Mesías, en la zaga; Carlos Torres Garcés, Bélford Párraga y José Villafuerte, en la media; Mario Tenorio, Gorki Revelo y Juan Madruñero; el brasileño Otto Vieira, el DT.

Al día siguiente de la derrota, Diario EL UNIVERSO encabezó la reseña de este juego así: “Pensábamos que la época en la que a nuestro fútbol le hacían de media docena había sido superada. Lamentablemente, aquello no ocurrió y Ecuador sigue siendo el blanco en el que se estrellan los dardos de los equipos extranjeros”.

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Además de establecer las distancias que en ese entonces había entre la Tri y la constelación de figuras brasileñas, el comentario del diario destacaba que: “Con todo lo que se había hecho en el fútbol nacional, teníamos la esperanza de que la mejoría se podía constatar ante los tricampeones del mundo”.

Hoy las condiciones son otras: Brasil es pentacampeón mundial y ya ganó su ansiado oro olímpico; Ecuador ha clasificado tres veces al Mundial, pero entre ambas selecciones aún hay diferencias. Por lo menos eso fue lo que se reflejó el jueves en la cancha y en el resultado. (D)