Velocidad, precisión y contundencia. Juego de equipo, lo que no mostró Barcelona el miércoles anterior cuando perdió ante Emelec 2-1 en el estadio Modelo, lo exhibió el domingo en el Monumental y ganó con comodidad 5-0.

¿Cómo pasó Barcelona en pocos días de ser un equipo inoperante en ataque a uno que golea a su clásico rival? ¿Cómo pasa Emelec de hacer un 'partidazo' a un partido común y corriente?

En esta columna sobre el juego del miércoles y de cara al del domingo decía: El que tiene que preocuparse es Barcelona, a ver cómo cambia en pocos días. Lo hizo el técnico Guillermo Almada con tres variantes en su mediocampo que resultaron sustanciales: relevó a su pareja de volantes de marca por otra: Castillo-Calderón por Minda-Oyola, y realizó un cambio posicional.

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Empezando por esto último, entendió Almada que Damián Díaz es un hombre de armado, es el '10', no un delantero, como lo ha puesto en otros partidos, ni un elemento más para la marca, como en el anterior clásico, que debe estar metido entre los hombres de contención, a los que cambió de un partido para otro.

Esta vez, ubicando al Kitu donde debe, Barcelona generó juego ofensivo, no digo 'más juego ofensivo' porque el miércoles no existió tal cosa. El domingo sí. El argentino fue el enlace, apareció su juego y se hicieron visibles en el ataque Cristian Penilla y Jonatan Álvez, que en el Modelo solo fueron nombrados al dar la alineación, nada más.

Entendió Almada que Segundo Castillo puede tener buenos minutos para repostar, para oxigenar el medio campo en el tramo final de un partido, no para ser estelarista en una posición donde Matías Oyola, cuando está en buen nivel físico, aporta más en la marca y se desdobla al ataque; los dos tienen mucha experiencia, solo que el Pony entrega mejor la pelota y gana en el anticipo, por eso él se complementa bien con los que están mejor para ese puesto: Oswaldo Minda o Richard Calderón. El DT se decidió por el primero y este se lució, pero cualquiera de los dos están para pelear el puesto.

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El miércoles los canarios nunca intentaron salir por las bandas. El domingo usaron los desbordes como arma letal. Por derecha Pedro Pablo Velasco salía con soltura, lo mismo Mario Pineida por izquierda, donde reemplazó a Roosevelt Oyola. Si uno trepaba el otro se juntaba más con los centrales, de modo que la zaga parecía un péndulo, oscilando de un lado a otro, y los toreros llegaban con un atacante más por los costados.

A ver si se comporta en cancha como un verdadero contendor de este que es el único clásico que existe en Ecuador, decía el miércoles. Ahora mostró las ganas que no se le vio entonces. El miércoles Barcelona no jugó a nada y cuatro días después fue una aplanadora. Necesitó apenas 35 minutos para liquidar a un Emelec que venía con un sello impecable como visitante, con triunfos en sus cinco salidas ante Mushuc Runa, Deportivo Cuenca, Independiente, Aucas y Fuerza Amarilla. Los toreros, luego de un traspié ante el equipo azuayo (empate a 2), volvieron a prevalecer en casa, donde siguen invictos. De su estadio han salido derrotados Delfín, Fuerza Amarilla, Aucas, Liga de Quito, Independiente, y ahora Emelec.  

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El contraste no fue por lo que le dejara hacer el equipo rival, la diferencia la hizo el propio Barcelona, con los cambios de Almada, pero también con un visible cambio de actitud. Porque Emelec siguió fiel a su estilo de juego, presionó, corrió mucho, entregó pases precisos, intentó generar en ataque, solo que esta vez no tuvo a Pedro Quiñónez, lesionado, y el Bombillo lo sintió.

Fernando Gaibor tuvo que preocuparse más de la marca que de crear juego ofensivo. No es lo mismo tener a lado a Osbaldo Lastra que al capitán azul. Su falla sigue estando en la definición. Las veces que llegó con peligro al arco de Máximo Banguera no tuvo contundencia.

Menos Quiñónez, la alineación de Emelec fue la misma que en el anterior juego. Pero esta vez su defensa se topó con un equipo rival decidido a atacarla. Como ya lo había hecho antes River Ecuador, que le endosó tres goles para empatar. El equipo de Omar De Felippe sigue siendo sólido en el mediocampo, pero ya no ganó con facilidad toda pelota que llegaba a su parcela.

La defensa es un capítulo aparte para el análisis. Resiente la ausencia por las bandas de grandes jugadores. Y los centrales no pasan por un gran momento, parece que involucionan Gabriel Achilier y Jorge Guagua, quizá porque si miran a sus costados ven a un juvenil o un compañero improvisado en ese lugar.

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Emelec esta vez no fue dueño de la pelota, se la quitó Barcelona, que lo dominó con juego colectivo, ya no se basó en individualidades, tuvo la pelota en sus pies la mayor parte del tiempo. Entendió que no se la debe dejar a un rival como el Bombillo, que sabe muy bien que hacer con ella para atacar y que de paso, al tenerla, evita exponer las deficiencias de su última línea.

De Felippe dijo el domingo que no le salió nada de lo planificado, como lo dijo Almada el miércoles. El fútbol es así. Y les decía sobre el duelo del miércoles que Barcelona no sabe a qué juega. ¿Ya lo sabe? un día se le ocurre no atacar en un Clásico, al otro golea. Un día muestra un juego somnoliento, otro día hace que su gente siga inmóvil en las gradas hasta en los minutos de adicionales en los que se manda un par de goles para abultar el resultado.

La goleada ilusiona a los amarillos, pero no baja del primer lugar a Emelec, que tiene tres puntos más y dos partidos pendientes, por uno de Barcelona. Son 27 puntos por disputar para el cuadro eléctrico, 24 es el techo para los toreros, que no solo deberán seguir ganando, sino que deben esperar un nuevo tropiezo del líder dela tabla. De por medio vendrá la paralización del campeonato nacional por la participación de Ecuador en la Copa América Centenario. Nada está dicho aún.

Con la goleada, Barcelona se recuperó en lo anímico y las dudas ahora están en la otra orilla del Astillero. (O)