Estados Unidos es el indiscutible rey del básquet, tras arrollar el domingo 129-92 a Serbia en la final del Mundial en el Palacio de los Deportes de Madrid.

La selección norteamericana revalidó el título de hace cuatro años en Turquía, sumó la quinta corona de su historia –igualando a la desaparecida Yugoslavia– y demostró que puede dominar con o sin sus estrellas.

El partido contra Serbia apenas duró 5 minutos. El tiempo que tardó EE.UU. en responder con un parcial de 15-0 al agresivo arranque serbio. Kyrie Irving, base de los Cavaliers de Cleveland, con 26 puntos, y James Harden, alero de Rockets de Houston, con 23, lideraron el juego norteamericano.

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La superioridad fue total en defensa, en la pintura y en el tiro exterior. Estados Unidos anotó 15 triples, por los cinco de los europeos, y contabilizó un acierto que rozó el 70% en los primeros dos cuartos.

Los norteamericanos sentenciaron el partido antes del descanso, con casi 30 puntos de ventaja. Los dos últimos cuartos fueron puro espectáculo de ambas selecciones.

Irving fue elegido el jugador más valioso del campeonato. “Es el mayor éxito de mi carrera hasta el momento. Me llevo una experiencia inolvidable”, dijo.

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Estados Unidos se presentó en España con una selección nueva con respecto a los Juegos Olímpicos de Londres y la más joven desde el famoso Dream Team de Barcelona 1992.

Las mayores estrellas de la NBA como LeBron James, Kevin Durant, Carmelo Anthony o Chris Paul renunciaron a ir al Mundial de Madrid.