Los 40 años de la Asociación Barcelona Astillero

Por: Ricardo Vasconcellos R. | rvasco42@hotmail.com “A Barcelona Astillero se debe la salvación de Guayaquil”, dice una frase histórica que involucra a León Febres-Cordero y a Julio Estrada Ycaza. Cuando usted circula por Eloy Alfaro, de sur a norte, al llegar a Letamendi puede ver un letrero grande que dice ‘Asociación Barcelona Astillero’. Esa es la sede propia de la entidad que fundó el 1 de mayo de 1974 un grupo de seguidores del ídolo del balompié nacional a los que llamaron en su época Los Auténticos, pues en él se hallaban fundadores del club, jugadores de sus primeros años y algunos de los que lograron el retorno a primera categoría en 1942, expresidentes de los años de la conquista de idolatría y muchos de los que poblaron las esquinas del barrio del Astillero.Así contó uno de los próceres barceloneses, Wilfrido Rumbea León, el nacimiento de Barcelona Astillero: “En 1973, por un traspié del equipo (compra de jugadores gastados, lesionados o apadrinados) comenzó a perder su hegemonía, y entonces, por teléfono, en la calle, por todas partes nos preguntaban ‘¿Qué van a hacer Los Auténticos?... ¿Y el ayer, hoy y siempre..?’. En realidad nosotros también sufríamos con los defraudantes resultados”.“Para los que habíamos entregado todo por la divisa, subiendo desde el fondo hasta la cúspide al Barcelona; para esos 30 cuarentones que quedábamos era un cataclismo que se avecinaba... Promovimos otro 1 de mayo en 1974, esta vez para tomar decisiones. Serenamente comprendimos que nuestra misión sería el respaldo incondicional al Barcelona, para lo cual debíamos asociarnos instalándonos inmediatamente para nombrar directorio, redactar una Carta Constitutiva y sus Estatutos. ...Y se formó una institución totalmente nueva que abrió sus puertas, con excepciones, a los elementos que habían hecho su entrega al Barcelona S.C. y declaró miembros natos a todos los presidentes legítimamente electos del Barcelona S.C.”.Barcelona Astillero iba a ser, según su Carta Constitutiva, una entidad destinada a preservar las glorias del barrio del Astillero y las del Barcelona S.C., a fomentar la amistad nacida en la fraternidad barrial y a realizar promoción cívica en pro del progreso de Guayaquil. Wilfrido Rumbea fue el primer presidente y de inmediato inició, junto a su directorio, la campaña para adquirir una sede propia. Surgió entonces la acuciosidad y el sentido empresarial de un barcelonés de cepa: Juan José Vilaseca. Él advirtió en uno de los diarios locales que iba a rematarse un solar en Eloy Alfaro y Letamendi.¿Qué mejor propiedad que esta, que se hallaba apenas a una cuadra de la esquina en que se fundó el Barcelona? La idea prendió en todos. Se hizo la postura para el remate y en la audiencia en el juzgado otro barcelonés del barrio del Astillero, el jurista Alfonso Trujillo Bustamante, hizo la defensa de la propuesta hasta que el juez terminó por adjudicar el remate a Barcelona Astillero. Luego vino la construcción de la sede a cargo del socio Ernesto Mosquera, tal como recuerda un testigo, Julio Jurado Andrade.Hoy, Barcelona Astillero es una fuente de cultivo de la amistad sin límites, de amor y preocupación por Barcelona S.C. Sus sesiones-comida mensuales son esperadas con gran interés por el ambiente festivo y fraternal que se vive en ellas y por el aporte intelectual de los conferencistas. Por el auditorio, llamado Juan José Vilaseca, en honor de uno de los socios más conspicuos, han pasado expresidentes de la República, alcaldes de la ciudad, exministros de Estado, diplomáticos, juristas, científicos, periodistas, historiadores, poetas, etc. En el seno de las sesiones se ha debatido no solo el futuro del club canario que concita la más multitudinaria adhesión en el país, sino el de la nación, el de la ciudad, el de sus instituciones representativas.Cuando se habla con los socios es muy frecuente escuchar una frase recurrente: “A Barcelona Astillero se debe la salvación de Guayaquil”. Tras la frase hay una historia que debe ser contada.A inicios de los años 90 del siglo pasado Guayaquil atravesaba uno de los periodos más dramáticos de su historia con los servicios públicos colapsados. Estaba al borde del desastre total. En Barcelona Astillero se decidió invitar al expresidente León Febres-Cordero para que disertara sobre la situación municipal. Se invitó también al historiador porteño Julio Estrada Ycaza para que hiciera un recuento de los procesos que amenazaron la existencia de la ciudad desde su llegada al Cerrito Verde. En secreto circulaba una ‘conspiración’: se iba a pedir a Febres-Cordero que aceptara la candidatura a la Alcaldía.La intervención del expresidente fue conmovedora. La ciudad estaba a punto de sucumbir. Estrada hizo la analogía histórica del ayer de invasiones piráticas, pestes, incendios, con el presente. De repente lanzó el desafío: si Guayaquil iba a desaparecer ¿por qué el expresidente no se presentaba a correr por la Alcaldía y salvaba a la ciudad? La concurrencia, que repletaba el auditorio, se puso de pie y aplaudió estruendosamente. Febres-Cordero, sentado, se tomó la barbilla y tuvo un instante de reflexión. Cuando los aplausos cesaron tomó la palabra y en tono enérgico dijo: “Si Guayaquil requiere mi concurso, aquí estoy para servirla. Acepto la candidatura”. La algarabía fue total.Barcelona Astillero se apresta a celebrar hoy cuatro décadas de existencia. Alfredo Santistevan, Kiko Yturralde, Ernesto Landín, Telmo Aguinaga, Carlos Jurado, Galo Ledesma, Jorge Molina, Roberto Serrano y Javier Jurado preparan una gran fiesta.A lo lejos, levantaré una copa para decir ¡Salud, Barcelona Astillero, bastión de la amistad y el civismo porteño!

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