Una curiosa manera de ‘motivar’ a nuestra selección

Por: Ricardo Vasconcellos R. La retórica sobre el arbitraje es casi siempre demagógica. Persigue crear un clima tenso y abrir un paraguas antes de que empiece a llover. La selección ecuatoriana afronta el más complicado compromiso de la eliminatoria al Mundial Brasil 2014: el juego contra Uruguay, que decidirá qué país clasifica directamente a la gran fiesta del fútbol.El ambiente es tenso por el poderío de los uruguayos y los malos resultados obtenidos por la Tricolor en los últimos partidos. De doce puntos posibles solo consiguió dos, por empates ante Argentina y Bolivia; mientras, ha perdido ante Perú y Colombia. En todos estos encuentros Ecuador mostró pobreza colectiva, ineficiencia ante el arco rival, un planteo ultradefensivo inadecuado y errores en los cambios.Ante esta perspectiva lo aconsejable sería estimular a los futbolistas con la idea del juego en la altura –temida por los celestes–, en recobrar un estilo que dio resultados en largos tramos de la eliminatoria, en el renacimiento de la confianza individual y colectiva y en la seguridad del respaldo unánime de la afición y el periodismo. Por más que algunos altoparlantes de la dirigencia insinúen que algún periodista o algún medio de comunicación quiere la derrota de Ecuador, nadie les da crédito. Más bien se los mira como difusores de un argumento válido para obtener alguna canonjía el día del viaje a Brasil.Los dirigentes y el técnico de Ecuador han creído que la mejor manera de motivar a los jugadores es crear dudas hacia el arbitraje. Están seguros de que esa campaña condicionará a los jueces el 11 de octubre, pero la consecuencia puede ser negativa. Los condicionados podrían ser los tricolores, que irán a discutir las decisiones arbitrales y se olvidarán del partido en sí. No tendrán tiempo de dedicarse al juego y estarán concentrados más en lo que haga la terna arbitral que en llegar al arco contrario en busca de una victoria indispensable.La retórica sobre el arbitraje es casi siempre demagógica. Persigue siempre crear un clima tenso y abrir un paraguas antes de que empiece a llover. Los árbitros son la excusa ideal para justificar una potencial derrota. Una muestra de esa táctica la dio durante tres años el portugués José Mourinho en su paso por el Real Madrid. La historia es harto conocida.Si la Conmebol no es confiable para organizar la eliminatoria, si la designación de los árbitros no es transparente ¿por qué no se denunció este tema desde el primer partido? ¿Por qué ahora, cuando la clasificación directa peligra? Tal vez la idea de que los árbitros brasileños son poco confiables haya nacido en los dirigentes de la FEF después de que Paulo César de Oliveira nos obsequiara un penal en La Paz, en el último partido que la Selección empató (1-1), pese a que el planteo táctico fue destinado a perder ante el país que ocupa el último lugar en la eliminatoria.La dirigencia de la Conmebol no se distingue por su rectitud. El paraguayo Nicolás Leoz, su presidente por casi tres décadas, renunció recientemente a su cargo, al Comité Ejecutivo de la FIFA y al Comité Organizador de Brasil 2014 “por motivos de salud”, aunque el diario La Opinión, de Los Ángeles, dijo en su edición del 23 de abril pasado, reproduciendo un despacho de EFE, que “el anuncio de su renuncia a esos cargos coincide con la aparición de informaciones en algunos medios de comunicación argentinos sobre que la FIFA habría abierto una investigación contra Leoz por corrupción, tras aceptar supuestamente dinero para facilitar la elección de Catar como sede del Mundial de 2022”.Sobre si la Conmebol es o no transparente en sus procedimientos nadie mejor que el presidente de la FEF para opinar. Él es miembro del Comité Ejecutivo desde que se inició su mandato y hace poco fue mencionado como aspirante a suceder a Leoz en la presidencia de Conmebol, que fue asignada, finalmente, a Eugenio Figueredo, uruguayo, vicepresidente del organismo y compañero del presidente de la FEF desde 1993 en Conmebol. Si alguien conoce lo que es capaz de hacer Figueredo es el mismísimo presidente de la FEF.Ecuador ha sufrido la parcialidad arbitral varias veces en sus participaciones en el fútbol. Nuestra memoria registra la primera ocasión en el Sudamericano de 1955, en Chile, cuando el referí inglés Harry Dykes nos anuló dos goles e impidió el empate con Paraguay. Luego Eunapio de Queiroz, José María Codesal y Roberto Goicochea nos birlaron la oportunidad de ir al Mundial de Inglaterra 1966.Eran tiempos en que el fútbol ecuatoriano no era “potencia” mundial; no pesábamos nada en FIFA ni en Conmebol. Hoy, si hacemos caso a los rankings y al coro periodístico que acompaña la FEF, ya somos “potencia”, nuestros dirigentes son hasta candidatos a presidir la Conmebol. Entonces ¿cómo es que no nos respetan y nos tratan como equipo chico? Algo está fallando en nuestra dirigencia.La hora es de respaldar a nuestros jugadores, de inducirlos a creer que pueden vencer a Uruguay. Y de verdad que si vuelven a jugar como lo hicieron en gran parte de esta eliminatoria la victoria está muy cerca. Si el técnico ordena un planteo como contra Colombia, Perú y Bolivia, la clasificación directa peligra. Será, entonces, cuestión de que los futbolistas más experimentados guíen a sus compañeros a una sana rebelión bajo la premisa de: “jugamos para ganar, profesor Rueda, y no para no perder”.

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