Como en los últimos días, el público quiso acompañar a Christian Benítez. Miles de personas lo despidieron en la capilla ardiente instalada en el coliseo General Rumiñahui y luego en el trayecto hasta el camposanto Monteolivo, donde desde ayer reposan sus restos mortales.

Cumplida la misa de cuerpo presente en el coliseo, el féretro abandonó el escenario con fuerte resguardo policial.

El cortejo fúnebre causó conmoción en los capitalinos, quienes se volcaron a las calles para despedir al goleador.

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La carroza con Benítez recorrió la avenida 6 de Diciembre y en su camino pasó por el estadio Olímpico Atahualpa, escenario donde Chucho consiguió fama y gloria con El Nacional y la selección ecuatoriana. Su paso fue ovacionado por cientos de hinchas criollos, que llegaron al estadio para un homenaje póstumo a Benítez.

Entre miles de aficionados y curiosos, el cortejo siguió su camino y en cuestión de minutos la carroza llegó al cementerio, en donde en un acto íntimo, con solo familiares y amigos, se hizo la inhumación de sus restos.

Al entrar al camposanto, los más allegados del Chucho Benítez cargaron en hombros el ataúd para dirigirlo hasta la tumba 214 de Monteolivo, donde finalmente fue sepultado.

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La decisión de la familia fue no enterrar el cuerpo en un sector que colinda con la Casa de la Selección, como había sido la disposición inicial, esto porque quedaría en un sector demasiado alejado, según reconocieron Ermen Benítez y Cléver Chalá, padre y suegro del Chucho, quienes días atrás escogieron personalmente el lugar en el que Christian descansa.

La afición siguió el cortejo sin perderse el último adiós, por lo que desde la calle cerca de 1.000 hinchas, la mayoría del club criollo, lo despidieron con banderas y cánticos.

Es una gran pérdida, Chucho es irreemplazable. Siempre estará presente en un campo de fútbol y desde arriba ayudará y guiará a su familia, a sus amigos y a la SelecciónAlexis Mendoza, AT de Ecuador