Robert Salazar
CAMILO PONCE ENRÍQUEZ, Azuay.- En Bella Rica no solo es evidente el dolor, la consternación y el desconsuelo por el derrumbe ocurrido el jueves anterior. A esos sentimientos se suma la tensión que embarga a los trabajadores de las concesiones mineras, labor principal de esta zona del cantón Camilo Ponce Enríquez, en Azuay.

Su situación laboral es crítica. Según técnicos de la coop. Minera Bella Rica, serían unos 17.000 los habitantes de todo ese sector montañoso, de los cuales un 85% se dedica a ese trabajo. Entre los obreros, una cantidad alta, pero no definida por autoridades ni organismos independientes, es de obreros peruanos, quienes han sido los más afectados en tragedias relacionadas con esa actividad.

La tensión se debe a los riesgos que implica ser minero: trabajar jornadas largas en el interior de las montañas, detonar explosivos, aspirar gases tóxicos, estar sujetos a cortes por las piedras filosas y riesgo de enfermedades por la contaminación. Sobre todo está el peligro de que se registre un derrumbe en las minas o algo inesperado como un desprendimiento de tierra que arrase, como el jueves, con casas, maquinarias, vehículos, animales, personas.

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La última tragedia dejaba hasta ayer diez víctimas, entre ellas cuatro peruanos, además de cuatro heridos de ese país y cuatro de Ecuador. Pero durante el 2012, este Diario registró once mineros muertos y tres lesionados en cinco accidentes dentro de las minas; de ellos nueve eran peruanos.

El viernes 25 de enero, decenas de obreros sale de las minas rumbo a sus ciudades de origen, por temor a más accidentes. “No hay condiciones de trabajo como para estar seguro, por eso nos vamos”, dice un joven.

Los riesgos se reflejan en su día a día, pero no en su retribución económica ni en beneficios como los del seguro social. El peruano Juan Pablo, por ejemplo, tiene ya tres años en Ecuador y dice que poco dinero ha logrado reunir, lo que lo obliga a seguir trabajando en Bella Rica. “Aquí gano $ 480, es mejor que en Perú, pero en este país no alcanza. Nuestro trabajo es de riesgos y sería bueno que nos paguen mejor”, justifica.

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En cambio José Luis, uno de sus coterráneos, se muestra satisfecho con el salario y señala que además las mineras les dan la comida y la habitación. “No es tan malo el trabajo como dicen. Es cierto que cuando uno llega da miedo, pero es cuestión de acostumbrarse”, cuenta el joven, oriundo de Bagua Grande, en la Amazonía peruana. Tiene 22 años, 3 de ellos los ha dedicado a la minería en Ecuador.

Con él concuerda Jimmy, originario de Chimbote, ciudad del norte de Perú. Trabajó hasta hace un año en la sociedad minera Valdivia, donde ocurrió la tragedia, y ahora está en otro sector, a unos cuantos kilómetros de distancia. “Menos mal me fui porque si no con qué suerte hubiera corrido”, dice.

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Espera noticias de amigos con los que trabajó, entre ellos una familia desaparecida. Sobre el trabajo minero cuenta que ganaba $ 390, rubro que lo cobraban tanto sus coterráneos como los ecuatorianos.

Pero tanto él como Jimmy, José Luis y Juan Pablo, y otros mineros peruanos como Ernesto y Henry, no están asegurados. Todos concuerdan que desde hace semanas sus patronos les tramitan este beneficio.

Sin embargo, Pedro Macías, uno de los técnicos de la coop. Minera Bella Rica, afirma que de los cerca de 3.700 mineros del sector, unos 3.500 están afiliados, porque el restante es población flotante, “son obreros que van y vienen”. “A ellos igual se les descuenta el seguro, que es 9,35% (del sueldo). Desde el primer día están afiliados”.

Humberto Cordero, gobernador del Azuay, afirma que se está regulando la labor minera. “Trabajamos en procesos acelerados. El objetivo es que se ofrezcan las mejores condiciones para hacer minería”.

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Apuntes: Víctimas peruanas
Muertos
Saúl Girón Flores, Noé Abad Chamba, Pedro Parra Cueva e Hilder Lloca Huanca.

Heridos
Armin Peña Ramírez, Samuel Chinin, Ramón Quinde y Carmelino Rivera.