El flamante atrio del edificio de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Ginebra fue el lugar escogido por su Secretario General, Pascal Lamy, para que quede registrada en una fotografía lo que es probablemente una de las mayores humillaciones internacionales sufridas por el Ecuador. La ceremonia ocurrió hace pocos días. Los embajadores de los países involucrados en la llamada “banana war” aparecen allí sonrientes exhibiendo en sus manos una copia del acuerdo final –que para el Ecuador es realmente un acta de rendición– que puso fin a este complejo conflicto. Están allí rodeando dócilmente a Lamy, quien fue paradójicamente uno de los artífices del esquema contra el que el Ecuador luchó por años, sentando una importantísima jurisprudencia del comercio internacional. Surruealismo total.

Antes de 1993 cada país de la Unión Europea tenía su propio régimen arancelario para importar banano. Alemania, por ejemplo, tenía cero arancel. Pero en julio de ese año entró en vigencia el CMOB (por sus siglas en inglés), un complicado sistema regulatorio para la importación de banano que pretendía combinar las obligaciones de la UE con sus ex colonias, con el mercado único europeo. Bajo este sistema se creaban cuotas de acuerdo al país de origen del banano ( que favorecía a sus excolonias), y dentro de cada cuota había aranceles diferentes según volúmenes y otros factores.

Semejante régimen era ilegal y manifiestamente injusto con el Ecuador, el mayor exportador mundial del banano. Una vez que ingresamos a la OMC comienza una labor titánica contra este sistema. En 1997 logramos que el órgano de apelación de la OMC confirme la decisión de un panel de expertos declarando al CMOB discriminatorio e inconsistente con las reglas del GATT, la OMC y el GATS. Un balde de agua fría cayó sobre la UE, a la que le dieron hasta enero de 1999 para eliminar el sistema; algo que no hizo.

Gracias al Ecuador, en 2001 la OMC adoptó un proceso de transición del CMOB altamente favorable. Pero las reformas europeas fueron insuficientes. En 2005 nuevamente dos paneles nos dan la razón, y dos años después otro tajantemente resolvió que la UE seguía incumpliendo el laudo de 1997. Para 2007 la UE ya no tenía otra alternativa que bajar a Euro 75 por tonelada su arancel bananero para todos los países, tal como se había dispuesto.

Pero es entonces cuando inexplicablemente comenzamos a dar marcha atrás, y adoptamos decisiones que bien parecían dictadas por la derrotada UE y las multinacionales bananeras. En pocos meses diez años de política internacional fueron destruidos.

Sin un acuerdo comercial con la UE por motivos ideológicos (que pondría el arancel de nuestro banano a la par del que gozan nuestros competidores que ya celebraron dichos acuerdos, Euro 75) y con un arancel prácticamente igual al de 1993 (Euro 176) –gracias al acuerdo que sumisamente firmamos–, más el peaje del Canal, y nuestra desventaja geográfica frente a los puertos caribeños, los agricultores de nuestra “insignificante” banana republic han quedado duramente golpeados.