El "elefante antiguo" vivía en los alrededores de la actual Roma hace
300.000 años, cuando al noreste de la ciudad los bosques albergaban una
especie de paquidermo mucho más grande que las actuales y los bueyes,
los búfalos, los lobos, los jabalíes y las liebres compartían su entorno
natural.

Hoy es posible imaginar cómo era entonces esta parte del mundo vecina a
la Vía Aurelia de los antiguos romanos gracias al museo del yacimiento
arqueológico de "La Polledrara di Cecanibbio", donde recientemente se
han descubierto los restos de un elefante que pasó por aquí entonces y
que murió al no conseguir salir de la ciénaga donde quedó atrapado.

Los huesos del ejemplar -una hembra de unos 40 años del "palaeoloxodon
antiquus"- permanecen en la posición en la que desfalleció intentando
escapar del fango viscoso, y su descubrimiento es importante porque
están unidos y forman parte de unas excavaciones que solo pueden
compararse en el sur de Europa con los yacimientos españoles de Torralba
y Ambrona, en Soria.

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El "elefante antiguo" comía hierbas duras, medía entre cuatro y cuatro
metros y medio (en el caso de los machos) y tenía unos colmillos más
largos que el elefante africano, que es la especie de mayor envergadura
de la actualidad.