Manipulación genética. Uso de bacterias para insertar genes y conseguir que una planta desarrolle características que no tiene de forma natural. Es lo que se denomina como organismo genéticamente modificado (OGM). Lo que se conoce como transgénico.

El uso de semillas genéticamente modificadas que deriven en cultivos llamados transgénicos vuelve al debate en el país.

En el enlace sabatino del 1 de septiembre pasado, el presidente Rafael Correa se lamentó por no haber dicho “un no más categórico” a la disposición constitucional que declaraba al Ecuador como un país libre de transgénicos. “Se lo tiene que poner a nivel de normativa. Solamente cuando haya prueba definitiva de que tal alimento no afecta a la salud humana se lo podrá utilizar”, dijo Correa.

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El artículo 401 de la Constitución vigente declara “al Ecuador libre de cultivos y semillas transgénicas. Excepcionalmente, y solo en caso de interés nacional debidamente fundamentado por la Presidencia de la República y aprobado por la Asamblea Nacional, se podrán introducir semillas y cultivos genéticamente modificados”.

Correa aseguró incluso que los cultivos transgénicos generarían más productividad, y calificó de ‘fundamentalistas’ a los que se oponen a su empleo.

Acción Ecológica fue una de las organizaciones que impulsaron, en el 2008, lo establecido en el art. 401 de la Constitución.

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Elizabeth Bravo, miembro de esta organización, dice que el mandatario está mal informado sobre los beneficios de los transgénicos. Ella afirma que su uso provoca impactos en la salud de los consumidores. “En la manipulación de genes se usa lo que se llama marcadores de resistencia a antibióticos. Es un coctel de bacterias y virus lo que se pone en la planta y luego se consume”, dice Bravo.

Un estudio publicado el 19 de septiembre último por la revista Food and Chemical Toxicology indica que el consumo de maíz transgénico redujo a la mitad la esperanza de vida de las ratas.

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Los animales bajo dieta genéticamente modificada sufrieron tumores mamarios, así como daños severos en hígado y riñones. Mientras que el 50% de los machos y el 70% de las hembras murieron prematuramente. El estudio fue elaborado bajo la dirección del científico francés Gilles-Eric Seralini, quien dice que estos resultados se pueden extrapolar a los seres humanos. El gobierno francés pidió una verificación del análisis antes de tomar medidas.

El genetista de la Universidad de las Américas César Paz y Miño, quien es partidario de que se experimenten con transgénicos en el país, afirma que este estudio ya está siendo cuestionado por la metodología empleada.

Él considera que es paradójico limitar la experimentación con transgénicos. “Mi posición es que debemos investigar con nuestros recursos e investigadores para demostrar si los transgénicos son buenos o malos, ya que hay intereses. Los que dicen que no hacen nada tienen interés de vender las semillas. El artículo 401 (de la Constitución) prohíbe las experimentaciones riesgosas. Hay una gran tergiversación del sentido de esta disposición”, dice Paz y Miño.

Sin embargo, lo establecido en la Carta Magna no ha detenido la manipulación genética.

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El Centro de Investigaciones Biotecnológicas del Ecuador (CIBE), de la Escuela Superior Politécnica del Litoral, obtuvo la autorización de la Presidencia para generar bananos y plátanos modificados genéticamente con resistencia a la sigatoka negra, un hongo que afecta a las hojas de las plantaciones.

Alexis Mera, secretario jurídico de la Presidencia, dio luz verde al proyecto en un oficio enviado en noviembre del 2008 a la entidad. Mera detalla que la experimentación “no contempla el cultivo de semillas o plantas transgénicas”.

Efrén Santos, jefe de Biología Molecular del CIBE, afirma que lo establecido en el artículo 401 no debería frenar la experimentación con transgénicos. “Nosotros ya tenemos algunos genes candidatos de resistencia a la sigatoka negra”, refiere Santos, quien agrega que se enfocan en ubicar genes dentro del mismo género del banano. “La estrategia que seguimos es la generación de bananos cisgénicos, que se diferenciaría de los transgénicos ya que en el primero se utilizan genes de la misma especie y no de otros reinos como por ejemplo genes de una bacteria a una planta”.

Richard Intriago, miembro de la Conferencia Plurinacional e Intercultural de Soberanía Alimentaria (Copisa), una instancia creada para debatir y generar propuestas en esta materia desde la sociedad civil, afirma que la Carta Magna no es clara en cuanto a la experimentación con transgénicos, ya que solo prohíbe las experimentaciones riesgosas sin especificar.

Él agrega que el concepto de Ecuador como país libre de transgénicos se profundiza en el proyecto de Ley Orgánica de Agro Biodiversidad, Semillas y Agroecología, que se debatió el miércoles pasado en la Asamblea Nacional. Este marco legal presentado por el asambleísta oficialista Pedro de la Cruz (PAIS), en marzo pasado, prohíbe la importación de productos transgénicos y establece mecanismos para evitar el ingreso de semillas y de estos alimentos.

Los detractores del uso de transgénicos refieren también que la manipulación genética perjudica al medio ambiente.

Bravo afirma que el uso de este tipo de semillas expande los monocultivos y genera un uso indiscriminado de herbicidas. Ella agrega que el proceso para desarrollar transgénicos es largo. Desde 1996, cuando se permitió su distribución comercial en el mundo, se han desarrollado cultivos resistentes al glifosato y a plaguicidas.

Así, en el mundo se cultivan semillas manipuladas genéticamente para producir maíz, soya, algodón y canola, principalmente, según el Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (Isaaa, por sus siglas en inglés), que publica un informe anual. La última publicación de febrero pasado establece que unos 16,7 millones de agricultores utilizaron semillas transgénicas durante el 2011 en 29 países. Lo que implicó 160 millones de hectáreas plantadas.

La tasa de crecimiento fue del 8%. Los países con más de un millón de hectáreas sembradas son Estados Unidos, Brasil, Argentina, India, Canadá, China, Paraguay, Pakistán, Sudáfrica y Uruguay. Ecuador no aparece en el listado. Acción Ecológica no detectó cultivos transgénicos de maíz en el país en un censo realizado en el 2011. Pero ello no evita que sus habitantes consuman este tipo de alimentos.

“Los alimentos, como dice el presidente, se importan y se venden en los supermercados sin las etiquetas”, dice Bravo, pese a que el artículo 26 de la Ley Orgánica de Régimen de Soberanía Alimentaria, vigente desde mayo del 2009, establece que “los productos elaborados en base a transgénicos serán etiquetados de acuerdo a la ley”.

Los productos hechos de maíz y soya son, en su mayoría, transgénicos. Según la FAO, el 92% y el 79% de la oferta mundial de soya y maíz son transgénicos.