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QUITO.- El rey de las tortugas de las Galápagos ha muerto, viva el rey.

El Solitario George, el último de su tipo, se convirtió en un símbolo global de los intentos por salvar a su especie, murió el pasado 24 de junio, pero no sin dejar un sucesor. Este es el prolífico Diego, un quelonio mandón y macho, que al engendrar a más de 800 descendientes ha salvado de la desaparición a otra especie de tortugas gigantes en Galápagos.

Diego fue repatriado a las islas ecuatorianas en 1975. Anteriormente se encontraba en el zoológico de San Diego, California, que al enterarse de que en Ecuador funcionaba un programa de reproducción de tortugas gigantes, devolvió al quelonio. Diego fue sacado de Galápagos por alguna expedición entre 1900 y 1930.

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Su llegada fue providencial, pues ese año quedaban apenas 2 machos y 12 hembras de la especie Chelonoidis hoodensis de la isla Española, cuyo caparazón tiene cierta semejanza con una silla de montar.

Todos los ejemplares fueron trasladados al Centro de Reproducción de la isla Santa Cruz, y de inmediato Diego demostró ser un macho a carta cabal.

Inicialmente fue colocado junto con los otros dos machos y las hembras en el mismo corral, pero Diego era dominante, agresivo y muy activo sexualmente. Ello obligó a sus cuidadores a que en 1983 lo dejaran en un corral separado con cinco hembras, mientras que sus dos colegas se quedarían con siete compañeras. Las tortugas no son monógamas.

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El cuidador del nuevo rey, Fausto Llerena, comentó a la AP que "Diego es muy territorial, incluso con los humanos. Es agresivo, una ocasión me mordió y hace dos semanas me intentó morder. Cuando uno entra al corral, Diego enseguida se acerca con malas intenciones".

En declaraciones a la AP, Linda Cayot, asesora científica de la organización Galápagos Conservancy, explicó que Diego es el más activo sexualmente porque "él es el más viejo de los tres machos, es más grande, y en las tortugas, el más grande es dominante. No es tanto que los otros no sean tan activos (sexualmente), sino que él es el dominante".

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El sucesor
Diego es una tortuga cuyo caparazón es negro y mide cerca de 90 centímetros, pesa unos 80 kilos y tiene las patas y el cuello más largos que el resto de las especies de tortugas gigantes de Galápagos, porque el hábitat del cual procede, isla Española, es árido y estos animales desarrollaron esas características para estirarse y alcanzar vegetales ubicados a mayor altura. Las Galápagos están en el océano Pacífico, a 1.000 kilómetros de las costas ecuatorianas.

Llerena dice que Diego "es el nuevo mimado de los turistas, desde hace unos años Diego llamaba la atención a los turistas. Creo que va a ser el sucesor del Solitario George y el nuevo consentido".

George murió el 24 de junio, de causas naturales. Los científicos hicieron todo lo posible por salvar su especie, pero no tuvieron éxito, contrario a lo que sucede con Diego, que sin gran ayuda especializada logró repoblar una parte de la isla Española.

Con la muerte de George, quedan vivas 10 de las 14 especies que habitaban originalmente las islas Galápagos. Las cuatro desaparecieron en la antigüedad por la actividad volcánica y por la depredación de los seres humanos desde la época de corsarios y barcos piratas, y por los animales introducidos, como cabras, perros y cerdos.

Traído de California
George y Diego eran los únicos quelonios que tenían nombre entre todas las tortugas de Galápagos. En el caso de Diego, su nombre lo obtuvo en honor al zoológico de California.

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El responsable del departamento de conservación sustentable del Parque Nacional Galápagos, Washington Tapia, señaló a la AP que "es imposible saber cuántos años tiene Diego, es una tortuga vieja que supera los 100 años".

"Cuando vino Diego, en la isla Española había solamente doce hembras y dos machos distribuidos en toda la isla ... lo que hacía muy difícil que se encontraran y pudieran reproducirse. La especie estaba en peligro crítico. Por ello, se los trasladó a Santa Cruz y se inició el programa de reproducción en cautiverio".

Precisó que en total se ha logrado la reproducción y reinserción de 1781 tortugas "de las cuales entre el 40 y 45% son hijos de Diego, porqué él es el más activo sexualmente de los tres machos".

"Desde inicios de 1990 registramos reproducción en estado natural en isla Española y en estos últimos años ... podemos decir que tenemos garantizada la reproducción de esa especie", dijo Tapia.

Cayot, consultada por eventuales problemas genéticos derivados de que todas las tortugas de la isla Española sean hijos de pocos padres y madres, respondió que "puede ser un problema, pero es más importante salvar a la especie. Ese es un problema que se presenta en las islas, es un cuello de botella que haya pocos padres iniciales".

Cuando los científicos y técnicos determinen que el número de tortugas que habitan en isla Española sea suficiente para garantizar la especie, Diego tendrá que volver al hábitat del cual fue sacado un día, mientras tanto y a pesar de tener más de 100 años, Diego seguirá dedicado a lo suyo: perpetuar su especie.