Difícilmente puede un presidente latinoamericano sentirse seguro en su cargo cuando pierde el respaldo de su Parlamento en la proporción que lo perdió el exobispo Fernando Lugo. Un presidente en la región que tiene más de las dos terceras partes de la Legislatura en el bando de la oposición difícilmente va a sobrevivir. De 39 senadores solo 4 votaron a favor del exobispo. Tal parece que el apoyo que originalmente tuvo en la Legislatura –y que fue de una coalición de movimientos– se fue erosionando en los últimos meses hasta que la matanza de campesinos y policías en una hacienda derramó el vaso.