De acuerdo con los expertos mayólogos, la profecía maya que predecía el fin del mundo para el año 2012, debe ser reinterpretada, no llega el Apocalipsis, sino un cambio de época, un pachakútik, andinamente diciendo. Bueno, no hay que ser muy mayólogo para darse cuenta de que, en efecto, hemos empezado a vivir una nueva era, radicalmente diferente del mundo industrial surgido de los inventos del siglo XIX. En un análisis de este tipo todo debe escribirse con la abreviatura c., de circa, “alrededor de”. Porque efectivamente todos estos procesos van y vienen, valga la metáfora cinematográfica, con disolvencias y no con cortes simples. Las características del nuevo mundo se manifiestan con anterioridad a su vigencia completa y rasgos del viejo orden permanecen mucho tiempo después de su caída.

El caso es que vivimos fenómenos absolutamente imprevistos desde la perspectiva de los observadores del siglo anterior. Incluso vistos desde el hoy más informado no dejan de sorprendernos. Dos ejemplos de esto son el surgimiento de las redes sociales y la “primavera árabe”, no hace falta recordarles lo imbricados que están los dos hechos. Y todavía más difícil de prever que la caída de los déspotas del norte de África diera paso al fundamentalismo islámico… o a lo mejor era algo que no queríamos saber, porque no coincidía con nuestros buenos deseos.

Las personas, sobre todo las que tuvieron conciencia de épocas anteriores, viven con la percepción, aquí sí sirve esta palabra, de que no entienden el mundo. Los hay los que quieren lanzarse de bruces sobre el futuro, queriendo que les entre por contacto osmótico, se compran todos los gadgets que asoman, utilizan un lenguaje techno, archivan la corbata… pero esto no quiere decir que entendieron el mundo que viene. Otra actitud es aferrarse a cualquier tronco, con la convicción de que la inundación nos arrastra y cualquier asidero vale. Son tiempos de incertidumbre en todo caso.

Este desasosiego hace que esta sea una época peligrosa, porque es buena para charlatanes y milagreros, que venden sus pócimas como bálsamo del futuro. Un caso patente de esto es el surgimiento de los nacionalismos socialistas en América Latina. En el año 1990, digamos, habríamos esperado que el 2012 encuentre un subcontinente con repúblicas plenas y boyantes economías de mercado. No, las cosas no salieron así, nos enfrentamos a una tendencia que no previmos o no quisimos prever, más por desidia intelectual que por falta de información. La gente asustada quiere aferrarse a hombres y mujeres “fuertes” (aunque ya vimos que no son inmunes al cáncer) que a guisa de caldo de porvenir nos sirven recalentado de antes de ayer… lo que en chino se dice chaulafán. Le oí a un patético intelectual oficialista decir encantado “y se está leyendo otra vez a Lenin”, seguramente sí, pero mucho menos que a Nostradamus. Lo que tampoco es bueno. La gente quiere certezas, las mentiras sirven para eso por un tiempo, el día del Armagedón llegará en el momento en que tengamos todos que enfrentar a la verdad.