Martín Caparrós, periodista y escritor argentino, sostiene que la prensa y los políticos se han enfrascado en una pelea que no lleva a ninguna parte y deja de lado problemas más importantes. Cree que buena parte de la responsabilidad es de la sociedad al no reaccionar y ser cómplice. Él dictó una conferencia en la Flacso el lunes, que organizó la Cámara de Industriales de Pichincha.

¿Cree que la prensa es el “enemigo” del poder?
Es la construcción del enemigo, un enemigo relativamente fácil. No sé cómo sea aquí pero en Argentina es obvio que deciden pelear con un par de empresas periodísticas y no, por ejemplo, con las petroleras. La pelea contra los medios permite no solo imponer ciertas formas de relato sino deslegitimar a aquellos que podrían poner en cuestión esa forma de relato.

Pero el manejo del relato es importante, más cuando es impuesto.
Es importante pero no tanto como lo creemos. Nosotros creemos que estamos contando las cosas que realmente definen el juego político.

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¿Por qué cuestiona la atención de los medios a los políticos?
Sería interesante que provoquen cambios, pero no sucede. La población va a las urnas y vota por ese mismo fulano que hizo cosas terribles...

En Ecuador se están dando pasos hacia un excesivo control. ¿Usted cree que es una disputa de un poder con otro?
Me parece terrible que un estado pueda utilizar su poder ejecutivo, judicial y otros para apoderarse de medios que no han hecho nada más terrible que criticar. Dicho lo cual, creo en las situaciones en que esos medios que están ahora amenazados, como en Ecuador, no hacen tanto por la posibilidad de expresión de la mayoría de la población. No deberían sorprenderse si la mayoría de la población mira con desinterés la amenaza que hay sobre ellos.

Si bien hay la necesidad de mayor autocrítica en los medios, el afán de control y regulación podría ser peor que lo que se quiere corregir...
De acuerdo en que el remedio es tan malo como la enfermedad. A mí me interesan las formas en que otros medios pueden ampliar el campo de la libertad de expresión. Los grandes medios tienen un modelo de funcionamiento que es válido, pero una de sus características es expresar puntos de vista del sector que los controla, de sus dueños, de sus editores… Lo que no significa que sea malo. Quiero creer que gracias a la irrupción de los medios técnicos esa libertad va a ir democratizandose más.

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Pero en un ambiente hostil, esos medios técnicos también pueden resultar amenazados.
Es más difícil controlar a mil blogueros que a un diario. Pero es un tema político, no periodístico o mediático. Si pasa una ley que controle de algún modo a la prensa, el problema no es de los blogueros sino político, de cómo una sociedad, en un momento dado, permite que pasen esas leyes.

¿Cuál es la razón de ser del periodista en ese escenario?
No tenemos por qué hablar de nosotros tanto. Dejémonos de hablar de nosotros y contemos lo que hay alrededor.

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¿Cómo lograr que los medios públicos no sean gubernamentales?
Es más bien cómo lograr que los gubernamentales pasen a ser públicos. Es un problema político. Mientras a una buena parte de los ciudadanos no le parezca intolerable que el gobierno use su dinero para hacer propaganda eso no va a cambiar. Aquí (en la región) los ciudadanos aceptamos que eso suceda. A la mayoría no le molesta lo suficiente como pensar que vale la pena manifestarse en contra de eso.