El mundo recuerda en estos días a Ernesto Sábato, quien el 24 de junio hubiera cumplido 100 años de edad. Pero en mayo pasado, a casi dos meses de celebrarlos, falleció en su casa de Santos Lugares, en las afueras de Buenos Aires.

Múltiples homenajes se ofrecen en su memoria. Uno de ellos es el de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), que se realizó este viernes, y en el que se plantó un árbol de magnolia ¬flor recurrente en su literatura¬ en los jardines del Departamento de Física.

En este establecimiento de educación superior, Sábato forjó sus ideas, primero como estudiante en el Colegio Nacional y luego en la antigua Facultad de Ciencias Físico Matemáticas, convirtiéndose en uno de sus graduados más ilustres. Incluso allí ejerció la docencia.

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Además, los colegios preuniversitarios de la UNLP han organizado actividades, como exposiciones pictóricas, concursos y elaboración de ilustraciones, las cuales se prolongarán hasta octubre próximo.

Sábato, nacido en la ciudad de Rojas, se doctoró en Física en la Universidad Nacional de La Plata y cuando empezó a ejercerla rompió con esta y se vinculó con la literatura. Gran influencia en esta decisión la tuvo su amigo, el poeta y escritor francés André Breton, quien alentó su talento mientras el argentino vivió en Francia.

Su trayectoria literaria estuvo influida por el experimentalismo y el alto contenido intelectual; asimismo, marcada por una problemática existencialista. Sus textos son una crítica en profundidad sobre el futuro desde una óptica humanista.

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Su sello fue la defensa de los valores y derechos de la persona, además de su postura contraria a la política dictatorial y autoritaria de algunos políticos argentinos. Muestra de su pensamiento fue que lideró en 1984 la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (Conadep) y redactó el Informe Sábato, conocido en España como Nunca más, sobre los desaparecidos argentinos entre 1976 y 1982.

Los escritores ecuatorianos Jorge Dávila Vásquez, Luzrosario Araujo y Eduardo Varas, lectores constantes de las publicaciones del fallecido autor argentino, se refieren a la producción e influencia de él en otras generaciones.

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Dávila Vásquez sostiene que el legado de Sábato “es, sobre todo, ético, y ejemplar, en cuanto a la posición del ser humano, inamovible y sólida frente al horror de la represión, la tortura, los excesos del poder y el fanatismo”.

A Varas lo que lo impresiona del escritor argentino es su capacidad “por hacer de lo sórdido y terrible material de belleza”. Enfatiza que por ese ritmo impresionante de sus textos pareciera que “un dios estuviera contándonos algo con la intensidad precisa”.

A Sábato le interesaron diversas temáticas como la civilización tecnocrática desintegradora del ser humano, los regímenes políticos impositivos, los mitos científicos, el escaso racionalismo y los problemas de la creación literaria.

A consideración de Dávila Vásquez, Sábato mezcló mucho la actividad política con la literaria, por lo que “no produjo más allá de tres obras remarcables en la narrativa”. Agrega que le faltó dedicación a la escritura, “que es siempre tan exigente, al ejemplo de sus grandes coterráneos (Jorge Luis) Borges y (Julio) Cortázar”.

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Entre las obras más representativas de Sábato constan El túnel (1948), que aborda las complejidades del amor, y Sobre héroes y tumbas (1962), que posee una estructura compleja de escritura, recoge las vivencias del autor con hechos de la historia argentina marcada por el pesimismo. Estas novelas tuvieron gran repercusión y ubicaron a Sábato entre los grandes escritores de Argentina y Latinoamérica del siglo XX.

Varas define a Sobre héroes y tumbas como “bárbara, incompleta, patalea, pero es intensa”. Y de allí rescata el capítulo Informe sobre ciegos, que es “simplemente hermoso”.

Mientras, Araujo asegura que Sobre héroes y tumbas le “ha granjeado el reconocimiento mundial” al fallecido autor argentino; y El túnel logró “que nos fijáramos en él”. Sobre esta última obra, la escritora ecuatoriana ofrecerá este miércoles una charla en la sala de Música del Teatro Centro de Arte.

Otra publicación que resalta Araujo de Sábato es Abaddón, el exterminador (1974), que “le dio la energía para seguir soñando que es posible un nuevo acto creativo”.

Asevera que él usa un lenguaje ingenioso, se vale de su agudeza mental para escoger con detenimiento cada una de sus frases. Asimismo, refiere que narra en forma sencilla situaciones conflictivas que atañen a la naturaleza del ser humano: “la realidad social como elemento desintegrador, y sus preocupaciones más íntimas”.

Añade que su literatura es ágil y sin que el lector se dé cuenta del cómo o el cuándo, y a pesar de no tratar un tema filosófico, lo deja inmerso reflexionando sobre su existencia, la angustia, la soledad o el amor.

Entre las distinciones del fallecido autor argentino constan el Premio Miguel de Cervantes de Literatura; el galardón Gabriela Mistral, otorgado por la Organización de Estados Americanos (OEA); y el Premio Gran Cruz Al Mérito Civil, en España. También alcanzó el Premio Internacional Menéndez Pelayo.

En 1991 presentó en Barcelona la edición revisada por él mismo de su obra narrativa, que comprende las novelas El túnel, Sobre héroes y tumbas y Abaddón, el exterminador. Y un año después expuso en Madrid 36 de sus cuadros.

Asimismo, fue nombrado Ciudadano Ilustre de la ciudad de Buenos Aires y recibió el título de doctor honoris causa de la universidad de la capital argentina.

Durante los últimos 50 años pasó prácticamente recluido en su casa en Santos Lugares, debido a su ceguera. Por ende también debió abandonar la lectura y la escritura y llenó su tiempo con otras actividades, como la pintura. Además participó en cursos y en homenajes que se le dedicaron.

Varas dice que quienes eran adolescentes en la década del noventa y lo leyeron en ese entonces, Sábato “se convirtió en compañero de las angustias de esa época, previa al final, que iba a demarcar lo que estaba por venir”.

Araujo indica que del fallecido escritor argentino hay mucha influencia en las distintas generaciones de autores. Expresa que una es la fidelidad a sus ideales artísticos y otra su creación literaria.

Comenta que Sábato mantuvo hasta el final su eterna preocupación hacia el acto creativo, hacia la escritura, que fue una de sus constantes preocupaciones. “Deja, a las distintas generaciones de escritores, sus enseñanzas de cómo escribir ficción”, opina.

En 1998, Sábato publicó sus memorias en el libro Antes del fin, considerado su testamento espiritual, una esperanza para la utopía que lo atrajo toda su vida. Un año después, una empresa privada de correo de Argentina puso en circulación un sello postal ilustrado con su fotografía.

El legado del fallecido autor argentino permanecerá con quienes continúen leyendo sus obras y a través del museo que se levanta en su memoria en la casa de Santos Lugares.

Algunos libros
‘Sobre héroes y tumbas’. Esta obra, la más conocida del autor argentino Ernesto Sábato, recoge pasajes de su vida que se intercalan con acontecimientos de la historia de su país natal, Argentina.

‘El túnel’. La novela tiene como protagonistas a Juan Pablo Castel y a María. Y está llena de aspectos como el amor, la desesperanza, la soledad y la oscuridad.

“(La obra ‘Abaddón, el exterminador’) le dio la energía para seguir soñando que es posible un nuevo acto creativo”.
LUZROSARIO ARAUJO

“(Sábato) se convirtió en compañero de las angustias de esa época, previa al final, que iba a demarcar lo que estaba por venir”.
EDUARDO VARAS