El partido Comunista de Cuba celebró su sexto congreso, 14 años después del quinto. Desde el advenimiento de los Castro al poder, el primer secretario fue Fidel, el segundo Raúl.

En los países presidencialistas, como los de América, el cargo más importante es el de presidente, a la vez jefe de Estado y Gobierno. En los países parlamentarios, el cargo de primer ministro es el más poderoso, y el de presidente es ceremonial (caso de Alemania).

En los países comunistas, el gobierno está subordinado al partido, y el cargo de primer secretario de partido es el más importante.

Cuando se enfermó gravemente, Fidel se retiró del día a día, y el primer secretario de facto fue Raúl. En este Congreso, Raúl asume formalmente el cargo de primer secretario, abriendo el camino para que alguien que no sea Castro ocupe la segunda dignidad del partido, listo a tomar la posta si Raúl, de 79 años, sufriera algún quebranto en su salud como su hermano.

Pero no, el nuevo segundo secretario es mayor que Raúl.

Este es un problema de los países sin elecciones libres; se tornan en gerontocracias. En la Unión Soviética, la perestroika la inicia Gorbachov luego de que fenecieran los últimos sobrevivientes de la generación que gobernó 32 años desde la muerte de Stalin.

Con la elección de José Ramón Machado como segundo secretario, la renovación del liderazgo cubano se posterga. Los Castro desperdician la oportunidad de controlar el relevo generacional de la Revolución cubana.

En lo que sí hay cambios es en lo económico. Raúl Castro hizo un llamado a la “actualización del modelo económico” que requiere superar la “mentalidad… atada durante largos años a los mismos dogmas y criterios obsoletos”.

Entre los criterios obsoletos está la colectivización del la tierra. Después de más de 50 años de revolución, en un país pequeño como Cuba, “aún persisten miles y miles de hectáreas de superficie cultivable esperando por brazos dispuestos a extraerle los frutos que tanto demanda la población y la economía nacional”, reconoce Raúl.

O sea, el socialismo cubano no ha llevado a la “seguridad alimentaria”. Tomen nota, planificadores ecuatorianos.

Otro criterio obsoleto es el del igualitarismo, que la revolución ciudadana enarboló desde su victoria electoral hace 4 años.

Uno de los delegados al congreso escogido para presentar la nueva política anunció que “en la política económica está presente el concepto de que el socialismo significa igualdad de derechos y de oportunidades para todos los ciudadanos, no igualitarismo”.

Para poner en marcha la nueva política, Cuba despedirá a los trabajadores improductivos en las empresas estatales, pagará mejores salarios a los trabajadores que sí quedan, eliminará gradualmente el carné de racionamiento, y permitirá la propiedad privada de vivienda y automóviles.

Raúl apunta a salvar la revolución, abandonando el colectivismo que él mismo tilda de mentalidad obsoleta.

¿Tendrá éxito? El pronóstico es reservado. Pero deja al régimen de los Kim en Corea del Norte como el único cultor del comunismo clásico.

El anuncio debe causar gran desazón entre los numerosos añorantes del sistema soviético que aún proliferan en los países andinos.