A través de comunicados de prensa, miembros de la Iglesia católica ecuatoriana manifestaron su rechazo a la campaña de planificación familiar que tiene previsto desarrollar el gobierno de Rafael Correa.

Esta consistirá, según el Ministerio de Salud Pública (MSP), en la entrega gratuita de preservativos; la realización de ligaduras y vasectomías; educación y consejería sexual para jóvenes; y capacitación para cambiar los patrones culturales machistas.

La Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE) advierte que “la sana moral enseña que la natalidad no se controla con métodos mecánicos ni con tratamientos farmacológicos sino con una adecuada educación sexual, que lleva al respeto de la relación sexual como expresión del amor humano, exclusivo y estable por definición, fuente de nuevas vidas...”.

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Agrega el documento que “las campañas masivas destinadas a promover el uso de medios anticonceptivos han fracasado en muchos países, donde han contribuido al fomento de la promiscuidad, a la multiplicación de enfermedades venéreas y crecimiento del número de abortos, en perjuicio de la célula fundamental de la sociedad, que es la familia”.

Asimismo, señala el comunicado, “la mayoría de los métodos artificiales de control de la natalidad, que se difunden con mucha propaganda y ofrecimientos engañosos, respondiendo a intereses económicos y planteamientos geopolíticos de los poderosos, generalmente son abortivos”.

También Paulino Total, párroco de la iglesia Santa Teresita de Entre Ríos (Samborondón), expresó que, con esta campaña, el presidente no solo se está enfrentando a “un sector de la Iglesia”, como lo mencionó en un enlace sabatino, sino “con la Iglesia misma y, por supuesto, con el mismo Dios”.

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“Dentro de poco vamos a responder a unas preguntas de la consulta popular en la que se pedirá nuestra opinión sobre si los gallos de pelea deben o no morir en las galleras y si los toros de lidia deben o no morir en las plazas de toros. Sin embargo, no se nos ha preguntado sobre un tema infinitamente más trascendental, como es si aceptamos o no un control masivo de población. Sorprendente. Sospechoso”, indicó.

El sacerdote argumentó que los principales beneficiarios de la campaña que impulsa el régimen serán Estados Unidos y las empresas farmacéuticas.

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En el primer caso, dijo, porque a ese país no le interesa el crecimiento poblacional de los países menos desarrollados, según reveló el Informe Kissinger, elaborado a inicios de los años setenta por el entonces secretario de Estado, Henry Kissinger, y desclasificado en 1989.

Así, Correa se convertiría en un “servidor del gobierno y los intereses y la seguridad de Estados Unidos”.

Y en el segundo caso, agregó Toral, porque inicialmente las farmacéuticas distribuyen sus productos anticonceptivos de forma gratuita, “pero una vez creada la dependencia, el usuario debe pagar por ellos”.

Según Toral, Correa tendrá que dar “cuentas a Dios por todo el mal que llevará a cabo con esta funesta campaña”.

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