De aprobarse el Nuevo Bachillerato que mentalizaron las pasadas y las actuales autoridades del Ministerio de Educación, los jóvenes ecuatorianos mañana aprenderán un amasijo denominado Ciencias Sociales porque la cartera ministerial considera que la Historia y la Geografía han pasado a ser saberes obsoletos. También los adolescentes se instruirán en decodificar “los símbolos religiosos de la religión zoroastriana, como el culto al fuego” y serán entrenados en el análisis del brahmanismo hindú, el culto a Siva y Visnú.

Además elaborarán “hipótesis sobre la función de las construcciones piramidales del Egipto antiguo”, los zigurats persas, y los monumentos megalíticos druidas. Para no descuidar el fundamento latinoamericano, analizarán “los símbolos de los mochicas y los nazcas inscritos en… las líneas del desierto del actual Perú”; determinarán “la importancia del Ingañán en la creación moderna de caminos en América del Sur en la Colonia y primeras décadas de la república”; e interpretarán “el mito quitu-cara como fundamento de la historia del centro del mundo”.

A nivel de contenidos ya no sabrán quién fue Juan León Mera ni de qué trata la novela Cumandá, o qué aportaron los literatos de la Generación del 30. Dominarán, eso sí, “ejes temáticos” como la ciencia, el miedo, el amor idílico, la muerte, la locura…, de tal modo que dizque leerán Guerra y paz de Tolstói para conocer la atrocidad de las conflagraciones. Para abordar el tema del héroe, en forma grotesca se relacionará a Ulises con Batman. Pero el Nuevo Bachillerato también acarreará líos prácticos.

Mientras los jóvenes escogerán la profesión más o menos a los 14 años, por su parte, las instituciones verán cómo organizan cargas horarias de 40 y 50 horas semanales de difícil aplicación en un establecimiento que, a veces, es cedido para que otro funcione por la tarde. También dispondrán de aulas, laboratorios y locales con los que hasta hoy no cuentan. Esta grosera desprolijidad hace pensar a la Universidad Andina Simón Bolívar que los diseñadores de este currículo exhiben una “notoria falta de conocimiento de la realidad educativa del Ecuador”.

El documento Análisis de la propuesta del Nuevo Bachillerato presentada por el Ministerio de Educación, de 54 páginas, publicado en enero del 2011 por el Área de Educación de la Universidad Andina, debe ser conocido y discutido porque esta institución universitaria ha estado comprometida, desde 1994 y por encargo del propio Ministerio de Educación, en un Programa de Reforma Curricular del Bachillerato, que ha producido una capacitación de casi nueve mil profesores de una red que incluye 363 colegios de 20 provincias, y en la edición de textos para el sistema educativo.

En ausencia de una validación y un debate adecuados, el mencionado análisis busca “advertir al país de una serie de desviaciones e inconsecuencias que contiene la propuesta ministerial”. La Universidad Andina está convencida de que un Nuevo Bachillerato es una necesidad institucional, pero que este no debe surgir del deseo ilusorio de quienes jamás han pisado un aula sino de los docentes, pues los maestros y las maestras no son meras piezas del engranaje curricular sino los auténticos protagonistas de los cambios.

Aunque existan planteamientos oficiales acertados, el embrollo de la propuesta reside en que “el diseño del contenido de asignaturas es extremadamente deficiente y, en algunos casos, incorrecto y alejado de lo que una política educativa democrática, nacionalista y progresista podría plantear”; por eso la propuesta pone en evidencia una “desconexión con la experiencia nacional en materia de procesos de innovación educativa, circunstancia que la convierte en una iniciativa deshistorizada y, por consiguiente, vacía del acumulado científico y crítico previo”.

“La ausencia de fundamento psicopedagógico en el diseño curricular liquida el único dispositivo posible para diferenciar el saber escolar de la ciencia”, sostiene el documento. “Explícitamente se propone suprimir fronteras disciplinarias entre asignaturas para que los jóvenes ‘tengan una comprensión cabal de la realidad’, como si la realidad se viera reflejada en la ciencia o al contrario. A nombre de una supuesta ‘interdisciplinaridad’, entonces, los nuevos programas se convierten en productos híbridos sin identidad, ni delimitación disciplinaria”.

La Universidad Andina alerta sobre una perspectiva desnacionalizadora que jamás hace referencia “a los valores nacionales, a lo que somos y queremos ser como ecuatorianos. No hay un esfuerzo sistemático para entender la nación ecuatoriana, los elementos del Proyecto Nacional, la unidad del país, la ecuatorianidad, sus símbolos y expresiones”. Más bien estamos ante “una iniciativa para personas abstractas, de un mundo que no existe, sin estados nacionales, sin injusticias internacionales, sin contradicciones sociales, pobreza y exclusión”.

La propuesta oficial abarca dominios de aprendizaje falsamente innovadores: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser, y aprender a vivir juntos. “¿Qué van a aprender a conocer? Al parecer, la propuesta está más cercana a la transmisión de información que a la producción de conocimiento. ¿Qué van a aprender a ser? Lo que les señale la autoridad, el líder… ¿Qué van a aprender a ser? Al parecer, los estudiantes van a ser o a seguir siendo mano de obra, mercancías. ¿Cómo van a aprender a vivir juntos? Al parecer, esto puede llevar a ocultarles las diferencias y contradicciones sociales”.

No se trata, como se desprende de estos comentarios, de un planteamiento crítico sino de uno que reproduce las condiciones sociales actuales, lo que confirma que “los documentos de diseño fueron formulados sin contar con experiencias anteriores y que los responsables del currículo de esta cartera de Estado entregaron el desarrollo de los contenidos a personas carentes de experiencia y conocimiento educativo, con prejuicios contra la educación pública, vinculadas a universidades-negocio sin antecedentes de trabajo educativo en sectores populares”.

Todo esto contradice la razón de un Gobierno que busca la equidad educativa. Según la Universidad Andina Simón Bolívar, de hacerse realidad este Nuevo Bachillerato podrían sobrevenir grandes males para el Ecuador, lo que resulta asombroso y paradójico de una revolución que se ha propuesto modificar estructuralmente –para bien– al país. El exministro de Educación –ahora en funciones embajadoriles– y su sucesora en Educación son responsables por este delirio que amenaza el presente y el mañana de los jóvenes ecuatorianos.