El año pasado, el empresario Alfredo Blum tuvo la alegría de ser abuelo y él pensó que el mejor obsequio para su nieto es comprarle acciones en una plantación de teca, “para que cuando tenga 20 años, cuente con un regalo importante de su abuelo”, menciona.

Con esta inversión, el nuevo miembro de la familia Blum, según su abuelo, tendrá asegurado sus estudios universitarios, ya que por cada dólar que invirtió el año pasado en árboles de teca contará con un rendimiento de 15% anual compuesto luego de 20 años. En otras palabras, si invirtió $ 1.000, luego de dos décadas tendrá más de $ 16.000.

Como Blum, Ricardo Intriago, gerente general de Pacificard, considera que fuera de los vaivenes del sector financiero, cambios en tasas de interés “el sector maderero marca una clara tendencia a mejores precios que serán aprovechados cuando las plantaciones rindan los frutos de un manejo profesional y transparente”, explica el ejecutivo, que es accionista de ocho plantaciones.

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Situación que la replica Bruno Leone, un accionista de 24 años, se siente orgulloso del crecimiento de sus árboles en los que invirtió hace cuatro años, cuando buscaba potenciar un proyecto agrícola pese a que no contaba con los recursos para financiar a los ingenieros agrónomos. “Lo hice para incentivarme a ahorrar. Me puse un monto para comprar acciones y lo hice”, dice Leone.

Como ellos, aproximadamente 500 inversionistas ecuatorianos ven en la teca un negocio que les permitirá ser parte de un proyecto ambiental y les brindará recursos durante las próximas décadas, a través del modelo que propone el Grupo Siembra (Sistema Integrado de Empresas Basadas en Recursos Ambientales), con sus más de 1.500 hectáreas de árboles plantados distribuidas en nueve empresas.

Cada año sus promotores llevan a cabo un proceso de emisión de acciones de la compañía propietaria de las plantaciones de teca y los accionistas aportan con los recursos necesarios para el desarrollo de la plantación hasta su edad de corte.

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“Por lo tanto, el inversionista aporta recursos para un proyecto que ya está realizado”, explica Paúl Palacios, presidente del Grupo Siembra.

La primera de ellas fue Meriza, ubicada entre Palestina y Balzar, en Guayas, que culminó su colocación de acciones en el 2002 entre 99 accionistas. Año tras año han ido constituyendo las demás compañías por cada plantación: Río Congo, El Tecal, La Reserva, Cerro Verde, La Campiña, El Refugio, El Sendero Forestal en el 2009 y la Estancia en el 2010, los cuales al momento de salir a la Bolsa representaron una inversión de 11,5 millones de dólares.

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Actualmente su precio de mercado ascendió a 16,4 millones de dólares.

La rentabilidad no culmina a los 20 años de la primera cosecha, “el accionista sigue siendo dueño de la plantación, porque en la primera etapa se desarrolla todo el sistema radicular que está bajo la tierra, pero cuando se corta la plantación, el sistema radicular se mantiene y crece mucho más rápido y permite que el periodo de cosecha siguiente se acorte a 12 años”, explica Palacios.

Los cultivos ecuatorianos de teca son relativamente jóvenes. Estadísticas de Asoteca señalan que los sembríos no pasan de diez años. Según cifras del Banco Central del Ecuador, en el último año el país exportó más de dos millones de dólares en el rubro de maderas especiales. Su comercialización hacia afuera es mínima todavía.

Las principales zonas de cultivo están entre Balzar y El Empalme. Martín Umpiérrez, gerente general del Grupo Siembra, estima que el valor por metro cúbico de esta madera alcanzará los $ 320.

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Uno de los mercados que más demandan este tipo de madera es el de la India, que capta más del 96% de la oferta ecuatoriana. La proyección del grupo es contar con un aserradero para el procesamiento de madera, para así también optar por la comercialización con valor agregado. Para ello ya ha llegado a conversaciones con inversionistas hindúes, que estarían interesados en realizar una alianza estratégica.

1.500
hectáreas de teca ha plantado en Guayas y Los Ríos el G. Siembra.

500
accionistas aproximadamente, en promedio, han invertido en estos proyectos.

Sobreviviente del Titanic
Una de las propiedades fundamentales de esta madera es su alta resistencia a condiciones adversas, ya que cuenta con aceites naturales que la hacen muy duradera. Soporta a la humedad, los efectos del secado y los insectos.

Su durabilidad fue puesta a prueba tras el naufragio del Titanic, ya que las partes de la cubierta que hasta hace una década permanecían intactas en el mar desde aquel 15 de abril de 1912, fueron elaboradas a partir de teca.

Esta madera es natural de la India, Birmania, Tailandia, Indochina y Java (en Asia).

La especie fue introducida al Ecuador a fines de 1960.

Es un árbol que crece alto y recto. De su rectitud depende su mayor valor para la exportación. Su tronco puede llegar a medir hasta 45 metros de altura en condiciones favorables, pero solo luego de 15 años su altura puede haber alcanzado los 20 metros. El ensanchamiento del tronco ocurre cada año y de ello depende también el valor de su producto. Es atractiva para la exportación luego de 18 a 20 años.

La madera de la teca es utilizada especialmente para cubiertas, adornos y trabajos tallados en barcos, también en muebles finos, paredes exteriores, pisos, ebanistería, entre otros.

Su producción y exportación todavía es mínima, alcanzó los dos millones de dólares durante el año pasado, con más de 5 millones de kilos brutos exportados.