Cuando Sandra López terminó de escribir el libro Nardo y los zapatitos de oro decidió ir a tocar las  puertas de las editoriales del Ecuador. Se presentó como lo que era: una periodista que había escrito un cuento. Ella deseaba   que lo leyeran y si lo consideraban bueno, que lo publicaran. A muchas no les interesó la obra de una principiante. Pero hubo una que le dio el sí:   editorial El Conejo.

Y entonces Sandra reveló a la gente de la editorial un secreto: la suya era una historia inspirada en la vida del campeón olímpico Jefferson Pérez Quezada. Ese detalle se lo había guardado, sostiene, porque creía que la obra debía interesar por sí misma y no por el gran nombre que es ahora Jefferson. “Si lo hubiera dicho, todos lo habrían agarrado como pulpo”, señala Sandra, quien esta noche presenta su libro en Guayaquil.

Es un volumen que no habla de los logros deportivos, ni de los  entrenamientos, ni del Jefferson que es gloria mundial, sino de la infancia de este personaje, cuando Nardo (como le dice la familia a Jefferson), junto con su hermano Fabián, ayudaba a su madre a trabajar en el mercado, y su deseo era, tras las vacaciones escolares, regresar a la escuela con zapatitos nuevos, pero no tenía dinero.

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A Sandra, quien vive hace cinco años en Hamburgo, Alemania, la idea de escribir le llegó mientras le leía un cuento a Antonio, el menor de sus tres hijos (los otros dos ya son adolescentes). Pensó que sería interesante narrarle también historias del Ecuador, de personajes inspiradores. Y le vino a la memoria Jefferson Pérez, a quien admira por sus logros deportivos, pero, sobre todo, por su calidad humana, y porque los triunfos no han cambiado su esencia.

Un regalo para el marchista, de quien es amiga, y una historia para su hijo y para todos los niños. Así conceptúa su libro esta periodista, que desea  fomentar el hábito por la lectura entre los pequeños. Su aspiración es que lean tanto o más que en Alemania. Como anécdota relata que hace poco le celebró a su hijo el cumpleaños e invitó a 12 niños. Nueve le llevaron libros como regalo. “Aquí, mientras más plástico es el regalo, más lindo es”, se   lamenta esta madre al comparar las dos realidades. En el Ecuador,  sostiene, el no leer no pasa por la condición económica, sino por la falta de hábito. De modo que leen poco los adinerados y los que no tienen dinero. 

A la lectura ella llegó a los 12 años. Se había mudado a Guayaquil con su familia (nació en Manta y creció en Esmeraldas),  pero permanecía casi encerrada en casa, porque en esa época Daniel Camargo, un violador, tenía en zozobra a la ciudad. Y un buen día su madre apareció con un libro y se lo puso en las manos: “Toma, léelo”, le dijo. Se quedó deslumbrada con la historia. Le pareció genial, mágica, inmejorable, y desde entonces se hizo devota de los libros y la lectura. El autor del milagro fue Gabriel García Márquez, con su novela Cien años de soledad.  

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Cuando se radicó en Hamburgo empezó a tomar clases de alemán. Sus profesores le sugirieron como ejercicio práctico que leyera libros de niños, porque las oraciones eran sencillas. Fue cuando se dio cuenta de la cantidad y la variedad de literatura infantil. Y de esa experiencia tuvo un doble aprendizaje: el idioma alemán y el descubrimiento de cómo se estructuran  historias para niños. Después, se lanzó a la aventura de escribir.

Sandra está totalmente entusiasmada con esta nueva faceta. Y su idea es seguir en la literatura infantil. Ya bosqueja  unas cuantas historias. Y para su libro Nardo y los zapatitos de oro tiene muchos sueños. Uno de ellos, ir al Comité Olímpico Internacional (COI), en Suiza, y ofrecerle a la institución este cuento para que lo edite y lo ponga a circular en los países donde existe trabajo infantil. Y también desea que algún día haya una versión para Disney.

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Es del grupo de los soñadores y perseverantes, al igual que Jefferson Pérez. Por eso esta ecuatoriana ha tomado como filosofía para su existencia, una frase del marchista cuencano: “Mientras tengas claro el objetivo, no importan las caídas”.

Datos
El libro Nardo y los zapatitos de oro se presenta hoy, a las 20:00, en el hotel Sheraton de Guayaquil.

El cuento va dirigido a niños entre 7 y 12 años. Está impreso en papel cuché y tiene pasta dura. Las ilustraciones fueron realizadas por Roger Ycaza.

Se han editado 5.000 ejemplares. Se hará una edición con poco texto, dirigida a niños más pequeños.  

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El 19 de noviembre Nardo y los zapatitos de oro se presentará en Quito.