Entre los vinos de mesa se encuentra el moscatel, que proviene de la uva del mismo nombre, de la que se pueden lograr los dulces naturales, secos, aromáticos y espumantes.

Pablo Conselmo, enólogo asesor de la Cofradía del Vino, dice que   moscatel es una de las uvas más antiguas del mundo, un fruto que a lo largo del tiempo ha experimentado muchas mutaciones que han dado lugar a variedades muy distintas: blancas, rosadas y rojas. Uvas con aromas complejos y buen sabor.

“Por la elaboración de la uva moscatel, muy madura y soleada, cuyo mosto (zumo) se somete a fermentación alcohólica parcial, se logra un vino dulce natural”, señala Victoria Beleniski, somelier (experta en vinos) de la Casa Trivento de Argentina.

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Agrega que su aroma es rico e intenso, ofrece sensaciones que recuerdan las flores de acacia, glicina, azahar, miel y especias. Y su sabor es  dulce, aromático y equilibrado.

En tanto, Conselmo anota que un moscatel de grano menudo, o muscat blanc à petits grains, da lugar a los vinos más refinados como los dulces y refrescantes Asti Espumante y Moscato d´Asti, o los no menos expresivos vinos dulces griegos de Samos.

Agrega que en el este de Australia se dan formidables vinos fortificados (tipo oporto), melosos y con notas de pasas de largo potencial de añejamiento. Así también, la moscatel Alejandría de valles cálidos y secos del mundo, con suave perfume, se usa para elaborar vinos dulces naturales como el Riversaltes de Francia.

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“Una variedad minoritaria es el Muscat Ottonel, usado particularmente en Alsacia (Francia) para elaborar vinos secos. Entre los de menor importancia tenemos al moscatel de Hamburgo; se trata de una uva tinta usada para consumo en fresco o para elaborar vinos tintos ligeros”, indica el enólogo.

Conselmo dice que las versiones más secas del moscatel  acompañan bien platos condimentados como los de la cocina hindú, tailandesa o vietnamita, mientras que los más dulces se llevan bien solos o con quesos azules, patés, postres, una torta cremosa de naranja o un mousse de maracuyá.

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Según Victoria Beleniski, si el vino está vinificado (proceso para convertir el mosto de la uva en vino) en espumante es ideal para un almuerzo o como aperitivo; entonces, uno dulce se combinará con quesos o postres. Si está vinificado como tranquilo, se consumirá  como cualquier otro vino blanco. A excepción de los fortificados, que se pueden mantener por 10 años o más, la mayoría de los moscateles están en su mejor momento entre el primer y segundo año posterior a su elaboración. La temperatura ideal para servirlos es de unos 6 a 8 grados y de 14 en los fortificados. Conservarlos en la heladera para que siempre estén listos para beberse.