ARGENTINA |

“Cultivar el suelo es servir a la patria” es el lema de la Sociedad Rural Argentina y preside airoso su pista central, el escenario de muchos grandes eventos argentinos. Desde 1866, todos los años, en el mes de agosto, se realiza una sorprendente feria ganadera, agropecuaria e industrial en el corazón de la ciudad de Buenos Aires. En el inmenso predio de “La Rural” se expone todo lo relacionado con el campo argentino: se exhiben y premian los mejores ejemplares de todas las razas de animales que pueblan el país: vacas y toros, caballos y yeguas, ovejas y cerdos, pero también conejos, gallinas, pavos y hasta llamas, vicuñas y todo bicho que camine y se críe para alimentar al mundo. Al gran acto de inauguración solía asistir el presidente de la nación antes del estúpido desencuentro del poder con la producción. Ese día desfilan en la pista central con cucardas y gallardetes los grandes campeones de las principales razas bovinas, equinas, ovinas y porcinas. Los siguen los últimos modelos de la maquinaria agrícola más sofisticada que se produce en el país.

Hace casi 150 años que ese día, ante toros campeones y público emperifollado, el presidente de la Sociedad Rural pronuncia un discurso en el que reseña cómo le va al campo argentino. Y la cosa se puso complicada este último tiempo por culpa de un gran depredador que termina con el ganado y los sembrados en las inmensas llanuras argentinas. Así, con esas palabras –el Gran Depredador– calificó el presidente de La Rural al angurriento Estado nacional, el que dilapida los recursos del país con clientelismos estériles y no da de comer a nadie, el que exprime los bolsillos gastados de su pueblo, el que parasita como lombriz solitaria las tripas de los ciudadanos. En fin: el que se llena la boca con los pobres y cada día los empobrece más. “El campo ya no será la mansa vaca lechera para que la ordeñe el poder” siguió Hugo Biolcatti con su discurso y fue la única alusión al animal que hizo grande la Argentina junto con los inmigrantes europeos. Es que los protagonistas de sus palabras fueron la patria y el hambre y la pobreza que producen el poder desmedido que gobierna hace 80 años la Argentina de los desencuentros.

Con calma y aplomo las agrupaciones que representan a los productores, incluido el sindicato de los peones rurales, el más numeroso del país, se plantaron del otro lado del poder. Sin nombrar a los Kirchner, Biolcatti confrontó al matrimonio presidencial con José de San Martín, Manuel Belgrano, Juan Bautista Alberdi y Domingo Sarmiento, “hombres que le dieron a la patria todo, sin pedirle nada. Hombres que fundaron y construyeron esta nación sin necesitar súper poderes. Que murieron en la dignidad de su pobreza sin tener que presentar declaraciones juradas”. Según la  última declaración patrimonial, los Kirchner aumentaron su patrimonio 22 veces en cuatro años de gobierno, mientras desvalijaban con casi 2.000 excepciones al Legislativo sumiso.

Las familias más aristocráticas nucleadas en la Sociedad Rural, los herederos del partido conservador que gobernó el país durante los años más prósperos de la Argentina, los terratenientes, estancieros y patrones, los productores rurales que siempre fueron acusados de oligarcas por la dialéctica del poder populista, los que el poder actual en el Ecuador hubiera llamado despectivamente pelucones… Esos oligarcas defendieron a los pobres y a los hambrientos y acusaron al poder de ser la causa del empobrecimiento y del hambre de catorce millones de argentinos. El contraste es muy fuerte, pero lo más fuerte es que esta vez tienen razón.

Por si alguien no lo supiera, recuerdo a los lectores que la Argentina es un gran productor de alimentos gracias a sus llanuras tan fértiles como infinitas. Del campo y de su producción viven millones y millones de ciudadanos de todos los colores, billeteras y partidos. Gracias o por culpa de la ley de sucesiones –del Código Civil– los productores rurales ya no son los grandes terratenientes que viven en París y que viajan a Europa con una vaca en el barco para tomar leche fresca. Hace tiempo que son millones de medianos y pequeños productores que cada nuevo año cosechan más toneladas de soya, trigo, maíz, girasol… que producen más carne y leche para llenar las barrigas de un mundo hambriento. Además, han desarrollado una agroindustria y una genética de vanguardia absoluta.

¿Se entiende por qué el discurso de los Kirchner se quedó anclado allá lejos en el tiempo? Porque los roles están cambiados. Los productores agropecuarios son los que crean riqueza en la Argentina y el poder es el que la gasta en su propio provecho. Hay que buscar en el poder a los oligarcas de hoy. Ahí están agazapados, acusando a los que trabajan de pelucones para que no los descubran a ellos.